Después de haberos contado la relación que hay entre deportistas y periodistas, siendo una de las intimidades mejor guardadas en este mundo, ¿de qué más puedo escribir? Os agradezco a todos vuestras opiniones sobre la columna, llegué a leer por Twitter que para Isa había entrado en el Top-3 de mis publicaciones… ¿cuáles son las otras dos?

Hoy me gustaría hablaros de una de las figuras clave en todos los equipos. Trabajan en silencio, hacen el trabajo sucio y, sobre todo, son los encargados del correcto engranaje y funcionamiento de aspectos que afectan al equipo en viajes, partidos, entrenamientos… Incluso ayudan a los jugadores en su llegada a los sus nuevos pisos. Alguno incluso se extralimitó en sus funciones y ha enseñado a los jugadores los lugares de ocio nocturno… ¡y qué leche!, lo podemos decir abiertamente, muchas veces son nuestros confidentes, junto con los fisios. La figura de la que estoy hablando son los delegados.

A lo largo de mi carrera he tenido más delegados que equipos donde he jugado. Y la razón es muy sencilla: es un trabajo súper exigente que muchas veces no está del todo bien remunerado, además de ser muy estresante, con un alto grado de responsabilidad y sometido a mucha presión.

Aquí en Cáceres mi celestino, perdón, mi primer delegado, fue Emilio. Anteriormente él nunca había ejercido en ese puesto y se convirtió en el ‘Tío Emilio’, transmitiendo buen rollo allá por donde iba y estando siempre a nuestro lado. Ese tío que nunca puede faltar en una familia. También es conocido con ‘el delegado del ascenso’, y es que estuvo conmigo las dos temporadas de LEB Plata.

Coke, pequeño en altura pero gigante de corazón, fue el segundo y el primero en LEB Oro. Podría decirse que estábamos experimentando aquello que dice que los polos opuestos se atraen, y es que Coke era súper/mega eficiente y ordenado mientras que Emilio… bueno, Emilio era muy buena persona… jajaja (ya sabes que te quiero mucho Big Milio)

Como he comentado antes, la exigencia es muy alta y te exige dedicación exclusiva, por lo que Cokiño nos tuvo que dejar a mitad de la segunda temporada en Oro para seguir estudiando. Y ahí entró Diego.

Alardeaba de que había jugado en la cantera del San Antonio, pero viendo sus pachangas al 21 con Javi el fisio, no sabría decir muy bien cuál de los dos había jugado anteriormente al baloncesto. Eso sí, Diego es un tío increíble y muy cercano. Tuvo que marcharse a Madrid por trabajo y ahora está en Méjico. Otro día veremos qué tal lleva el confinamiento por el DF.

Estos tres han sido los delegados que más tiempo han estado con nosotros, les tengo un cariño muy especial. Al marcharse Diego se quedó un vacío muy difícil de sustituir hasta ahora. De hecho estuvimos un tiempo sin delegado, gestionándolo entre el cuerpo técnico. Tras el trío de ases, vino Rafa, también conocido como Rafiki y con el que tienes las risas aseguradas; seguido de Javi, que por motivos laborales solo aguantó la pretemporada. Y, por último, Luismi. Al principio le costó un poco adaptarse a nuestras exigencias, que no son pocas, pero pasito a pasito ha ido cogiendo nuestro ritmo y ahora ¡no hay quien lo pare!

Los delegados también son llamados facilitadores y estoy seguro que todos tenemos a alguien que cumple con esas funciones en nuestra vida, aunque si no sabes muy bien quien es... a lo mejor ese facilitador eres tú.

#YoMeQuedoEnCasa