CACERES 2016 - 63: Rod Brown (3), Chus Poves (4), Mantas Ruikis (5), Lucio Angulo (13), Diego Guaita (16) --cinco inicial-- Tomás Bellas (5), Juan Sanguino (9), Dan Cage (8), Pedro Clemente (0).

CB VALLADOLID - 70: Stephane Dumas (10), Víctor Baldo (8), Federico Van Lacke (12), Sergio de la Fuente (0), Robert Battle (15) --cinco inicial-- Hernández (9), Francesc Puyada (2), Jorssen Dimitri (6), Grunfeld (6), Rober Fornás (2).

MARCADOR POR CUARTOS: 15-21, 37-41 (descanso), 45-57 y 63-70 (final).

INCIDENCIAS: Presencia de alrededor de un centenar de aficionados visitantes.

Derrota lógica, de las que no duelen tanto, del Cáceres 2016 ante el líder de la LEB Oro. El Valladolid hizo bueno el pronóstico ante los extremeños, un grupo cohesionado como tal pero cohartado por las circunstancias hasta límites difícilmente asumibles.

El esfuerzo del corajudo equipo de Piti Hurtado se ve continuamente capado por los imponderables que le aquejan desde casi el inicio de temporada. Las teorías que aseguran que con Simien, Moss y Panadero pudiera incluso pelear por el ascenso adquieren caracteres de certeza a poco que se repasen los partidos. Y el de ayer fue una prueba más, una prueba palpable de que la fortuna ha impedido pujar por metas más altas.

Ver a Adrian Moss en el banquillo descorazonó a la grada ya desde el inicio. El estadounidense no pudo al final saltar al parquet para hacer frente a la batería de torres pucelanas, liderada por Robert Battle, un poderoso pívot en el que Porfirio Fisac cimentó, una jornada más, la victoria de su equipo.

No fue sencillo el ejercicio para los vallisoletanos. El Cáceres estuvo siempre enchufado, pese a la capitidisminuida rotación que presentaba, especialmente en posiciones interiores. El público, definitivamente unido para apoyar una causa justa, así lo volvió a entender antes, durante y después del encuentro de anoche reconociéndolo con su fidelidad y aplauso.

Porfiaron los locales hasta la extenuación competitiva. Llevaron la iniciativa al inicio guiados por las trampas de su entrenador y el gran trabajo de Juan Sanguino, Diego Guaita y, de nuevo, Lucio Angulo. Ayer funcionaron a rachas los tiradores, menores otras veces, insuficientes aún, Ruikis y Cage, con Poves impreciso Y los bases dirigieron, pero no anotaron. De actitud, 10. "Preferimos morir de pie a vivir arrodillados", dijo el técnico. Así es.

El Cáceres cogió ventajas con parciales de 8-0 (8-4, minuto 3) y 12-8 (min. 4) aupado por un ritmo infernal, pero el encuentro no podía ser tan rápido y se vio remontado asustado por la exhuberancia de Battle. Se dejó de anotar en cuanto Fisac puso un poco de orden. El Valladolid se fue hasta el 15-23 al inicio del segundo cuarto, pero la marcha del pívot dio de nuevo aire a los locales (21-23). La tercera falta del cuatro Angulo creó un desbarajuste que lastró al Cáceres definitivamente para el resto.

El técnico visitante tuvo que pedir tiempo cuando el Cáceres volvió a meterse en el encuentro (28-30, min. 17), pero había la sensación de que el equipo se podría derrumbar. Pareció ocurrir esto cuando Brown se aceleró y los árbitros le señalaron una técnica. En absoluto. El duelo siguió abierto hasta el final.

La tercera personal de Sanguino atisbó la tónica negativa para el futuro en la segunda mitad. En efecto. Pareció entonces que el tiro exterior de Hernández y Dumas acababa con cualquier posibilidad de éxito. El Valladolid se fue 14 puntos arriba (43-57, minuto 29). Entre eso y las técnicas (una señalada a Bellas rigurosísima) la empresa se tornó casi imposible.

Pero todavía había un arreón más. Los arrestos cacereños llevaron la esperanza casi hasta el final, incluso con tres puntos abajo (54-57, minuto 35). Con el público enchufado y creyendo que algo casi imposible podía suceder, un tapón de Battle y un triple de Hernández acabaron con el espejismo y bajaron la moral, ya sí, a todos. Se había consumado la derrota. El play off está más lejos, pero el Cáceres está más cerca de sus fieles seguidores con partidos como el de anoche. Moss, en el banquillo, gesticulaba mientras su pierna le podía. Panadero, igual. Y Simien... El deporte, a veces, no es justo para quienes merecen disfrutar de los éxitos.