CACERES PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD: José Marco (5), Añaterve Cruz (3), Luis Parejo (16), Rolandas Jakstas (6), Tautvydas Slezas (12) --cinco inicial-- Ben Mockford (21), Sergio Pérez (3), Alvaro Frutos (0), Guille Corrales (3), Víctor Serrano (7).

UNION FINANCIERA OVIEDO: Ferrán Bassas (8), Andrés Miso (10), Víctor Pérez (13), Daniel Trist (14), Kevin Van Wijk (10) --cinco inicial-- Fernando Fernández (2), Mario Cabanas (4), Javier Marín (2), Zaid Hearst (20).

MARCADOR POR CUARTOS: 16-18, 33-32 (descanso), 54-63, 71-71 y 76-83 (final).

ARBITROS: Palomo Cañas y Sánchez Sixto.

Hizo el Cáceres Patrimonio de la Humanidad lo más difícil --remontar una decena de puntos en el último cuarto-- y pinchó cuando la corriente estaba a favor, en la prórroga ante el Unión Financiera Oviedo (76-83). Frenazo en las aspiraciones del equipo extremeño, que no dio la cara emergente de los dos últimos meses y se vio superado por un rival que tampoco pareció mejor, excepto en los malditos cinco minutos extra.

No resultó un encuentro en absoluto espectacular, pero sí igualado y emocionante. El primer cuarto fue bastante flojo por parte de los dos equipos, que no aparentaron desarrollar demasiada tensión sobre la pista. Demasiados errores no forzados, como se diría en tenis, y nadie cogiendo el mando en el marcador. Ligeramente lo hizo el Oviedo, sí, pero sin la contundencia necesaria.

Un par de triples de Sergio Pérez --que cometió demasiado pronto su segunda falta-- y Ben Mockford le dieron un poco de aliento a un Cáceres que aún así tuvo que conformarse con llegar 16-18 al final de los primeros diez minutos. Ninguno de sus jugadores había conseguido meter más de una canasta.

NUEVAS FORMULAS Bohigas intentó darle más ritmo a los suyos con la presencia simultánea de tres bajitos en pista --Mockford, Alvaro Frutos y Guille Corrales-- y eso solo funcionó parcialmente. Otra curiosidad fue la coincidencia de Slezas y Víctor Serrano, que también ha resultado muy difícil de ver.

Pero el partido no se movía ni para arriba ni para abajo y una ligerísima escapada local (31-26, min. 17) quedó en nada al descanso (33-32).

Tautvydas Slezas, en boca de todos por su posible marcha al Bilbao Basket, fue el hombre del inicio del tercer cuarto. Los seis primeros puntos de su equipo llevaron su firma. En el otro aro contraatacaban Víctor Pérez --el hermano de aquel Raúl Pérez, triplista histórico del Caja San Fernando-- y Daniel Trist, inédito hasta entonces.

La situación por fin se desbloqueó en ataque y los equipos empezaron a jugar con menos ataduras. En ese escenario llegó un momento crítico del encuentro. Con 51-51 (min. 26), el Oviedo enganchó un parcial de 0-11 que trajo la tormenta al Multiusos. Los locales tuvieron unos momentos realmente zozobrantes, rebasados sobre todo por un director de juego de enorme futuro como Ferrán Bassas. Un desastroso ataque verdinegro cerró el acto de la peor manera (54-63).

Se necesitaba energía. Como fuese. Y a este equipo suele dársela Corrales, que quizás no es el más talentoso en ataque, pero sí el jugador con mejores capacidades defensivas. El efecto colectivo fue instantáneo y todo volvió a apretarse tras dos triplazos de Mockford (64-65, min. 34). El sorpasso pudo llegar a continuación con dos tiros libres de Víctor Serrano, pero solo metió uno. Empate y cinco minutos por jugarse todavía.

Serrano enmendó su error poco después (67-65). Lo que vino después fue atropellado, pero emocionantísimo. El Cáceres pudo ganar, pero también perder. Dos tiros libres de Parejo pusieron el 71-71 a falta de nueve segundos y Van Wijk no acertó con el triple (solitario) en el último segundo. Tocaba prórroga.

En ella, el naufragio fue absoluto. El Oviedo huyó del tópico de que, en teoría, el que deja escapar el triunfo lo paga psicológicamente, y no tuvo piedad ante un oponente que evaporó, quizás agotado por el esfuerzo. No es una derrota dramática, pero sí dolorosa.