78 - ALTER ENERSUN AL-QÁZERES: Merve Aydin (5), Eleanna Christinaki (20), Becca Hittner (15), Vicky Llorente (8), Mariella Fassoula (11) -cinco inicial- Irena Lahuerta (9), Alexa Hart (6), María Romero (3), Clara Núñez (0), Pilar Cambero (0).

62 - KUTXABANK ARASKI: María Asurmendi (2), Anna Cruz (4), Laura Quevedo (19),_Tamara Abalde (4), Tamara Seda (7) -cinco inicial- Isazkun García (7), Cristina Molinuevo (0), Laura Pardo (2), Joy Brown Adams (7), Tania Pérez (10).

Marcador por cuartos: 25-21, 41-27 (descanso), 60-38 y 78-62 (final).

Árbitros: Muñoz, Marqueta y González.

Pabellón: Ciudad de Cáceres.

Espectadores: 250.

Mejor no pudo empezar la temporada para el Alter Enersun Al-Qázeres Extremadura, que venció a un rival teóricamente superior, el Kutxabank Araski, con holgura (78-62), ofreciendo además un juego solvente y hasta espectacular.

Aunque en un ambiente algo frío por la distancia de seguridad que respetó un público muy cívico en un recinto inmenso, el choque ofreció sensaciones maravillosas para el representante extremeño en la Liga Femenina Endesa. Se podrá alegar que las vitorianas llegaban de forma precipitada, tras unos días difíciles por un positivo por covid-19 en su plantilla que ya obligó a aplazar el choque, previsto para el viernes. Pero lo que transmitió el conjunto de Jacinto Carbajal no tiene matices: exhibió un baloncesto de alta gama que, si mantiene, le guiará por una temporada exitosa.

Además, debido a los problemas físicos de Ana Hernández, no pudo contar con todas sus jugadoras, lo que le dejó con una rotación de apenas siete jugadoras. La octava, María Romero, no llegó a los tres minutos en pista.

Lo mejor de todo fue que la propuesta fue muy variada, con un interesante equilibrio entre el juego ofensivo y el defensivo. El baloncesto la mayoría de las veces es puntería y actitud y de eso hubo de sobra. Además, individualidades como la de Eleanna Christinaki también dejaron su tarjeta de visita. El equipo ya sabe de sobra a quién agarrarse cuando el balón queme en las manos.

La noche fue extraña, como extraño es todo de un tiempo a esta parte, pero atractiva pese a todo. El inicio en sí fue bueno (7-0) y la continuación, casi mejor (26-21, min. 10). En ese primer cuarto el Al-Qázeres dio un recital de juego de ataque, anotando con una facilidad pasmosa desde 6,75 (6 de 9 intentos), con el único lunar de que no llegaban bolas al juego interior. Tampoco hacía falta.

La apuesta pareció clara por la alegría y las posesiones cortas. Aparte de un talante personal menos crispado, parece que Carbajal está empeñado en enterrar su fama de entrenador de marcadores bajos y ‘catenaccio’. El equipo está construido más para crear que para destruir, con lo que ello supone, pero el segundo cuarto lo desmintió bastante.

Y es que hasta que llegó el descanso, el recital cacereño pasó a ser defensivo, permitiendo solo siete puntos a su oponente, por lo que no importó demasiado que el acierto local se viese frenado (41-27 en el intermedio). Nota alta para una teórica secundaria como Irene Lahuerta, todo corazón e inteligente al máximo.

Christinaki, con su mecánica poco ortodoxa, colocó su cuarto triple al inicio del tercer cuarto y colocó un 44-27 inimaginable antes del choque. El Araski se desangraba miserablemente ante el tremendo empuje local y encaró los últimos diez minutos con un pie ya en el autobús (60-38). Aun así, le echó casta con una presión a toda cancha que redujo el hueco hasta un mínimo de nueve puntos(71-62 a 3:12). Demasiado tarde.

Ole por el Al-Qázeres. No fue un triunfo cualquiera: enfrente estaban dos subcampeonas olímpicas como Laura Quevedo y Anna Cruz y otras internacionales como Tamara Abalde.