El serbio Novak Djokovic regaló una dosis extra de espectáculo una vez completado su choque con Carlos Moyá, que le clasificó para la semifinal del Abierto de Estados Unidos (6-4, 7-6 (7) y 6-1) y ofreció al público y a los televidentes unas imitaciones memorables que mantuvieron a cada uno de los espectadores en sus asientos de la pista Arthur Ashe del Centro Nacional de Tenis Billie Jean King.

El partido en sí no tuvo demasiada historia. Moyá ofreció una notable resistencia en las dos primeras mangas, pero luego se hundió, cerrando un torneo que le ha devuelto, sin embargo, las mejores sensaciones.

Djokovic, a quien le esperaba David Ferrer en semifinales, certificó sus excelentes condiciones para la imitación. Se atrevió con la de la rusa Maria Sharapova y con la del español Rafael Nadal.

La más brillante fue la de la campeona de 2006. Djokovic se metió la camiseta por el pantalón, que se subió hasta el ombligo, se bajó los calcetines. Después, con paso exageradamente femenino acudió a la línea de saque. Se echó el pelo para atrás y efectuó, exageradamente, la forma de botar la pelota por la rusa antes de efectuar un saque.

También con Nadal

El público aplaudió sonoramente y rió a carcajadas. No contento con ello el serbio se creció en su faceta de showman y emprendió la imitación de Nadal. El balear tiene los tics más acentuados. Djokovic los describió. Primero se remangó la camiseta hasta dejarla sin mangas y se bajó los pantalones hasta las rodillas, tipo piratas, para reflejar la indumentaria que lleva habitualmente el español. Fue corriendo a la línea de fondo, atléticamente y con los hombros seguidos. Allí, se echó el pelo para atrás, se subió los calcetines y se estiró la parte trasera del pantalón. Después sacó de mala manera para completar el espectáculo. Djokovic cumplió con una de las leyendas que sobre él traspasa el circuito. Como hombre afable, simpático y excelente imitador. En Nueva York dio buena prueba de ello.