El Villanovense no encuentra consuelo, al menos por ahora, tras bajar el sábado a Tercera División de una manera cruel. Hay quien dice que hubiese sido mejor no haberlo tenido tan cerca. Haber ganado 1-0 y ya está, irse para casa sin el plus de frustración que supuso forzar la prórroga frente al Zamora (igualando el 3-0 de la ida) y, en el tiempo extra, haber perdido el tren de la salvación por un desgraciado autogol de Kike Alcázar. Pero el 3-2 final ya no puede moverse.

De momento, en Tercera, continuando la molesta tradición de equipo-ascensor de la entidad serona, que únicamente la pasada campaña consiguió la permanencia en Segunda B en sus distintas aventuras en esta competición.

Puerta abierta

Sin embargo, la esperanza no está del todo cerrada: los problemas económicos de varios equipos de la categoría de bronce pueden llevarles a descender administrativamente. Y para ocupar sus plazas, el Villanovense está muy bien situado, justo detrás de quien pierda en la eliminatoria definitiva por la salvación que disputarán ahora Zamora e Inca.

Pero esa es una historia que puede prolongarse bastante. El club y la afición le siguen dando vueltas a lo sucedido el sábado. El aspecto físico es señalado como una de las claves del dramático desenlace. Con la voz rota, José Luis Montes, lo decía al final del choque: "Sabíamos que íbamos a tener dificultades en la prórroga. Cuando hicimos el 3-0 a falta de diez minutos buscamos el cuarto gol, porque teníamos claro que la prórroga iba a pesar en jugadores que han jugado infiltrados".

El técnico no ha conseguido completar la misión de dejar al equipo en Segunda B y su continuidad en el banquillo del Romero Cuerda parece muy complicada. También se quejó de la actuación arbitral: "Poner excusas es de perdedores. Yo no lo soy. Si ponemos como excusas a los árbitros, pero la realidad es que en los dos partidos nos han perjudicado ostensiblemente".