No es lo mismo, no. En Phillip Island voló, aterrizó, se magulló y, además de salvar la vida, pudo reconstruir su Suter gracias al generoso préstamo de Jorge Martínez Aspar. Salió el 38 y al llegar a su rebufo, al alcanzar la tercera plaza, asustó tanto, tanto, a Stefan Bradl, que el alemán se dejó ganar por Alex de Angelis. Bendito favor, pensaron muchos en el box del equipo Repsol-Caixa Catalunya, que dirige Emilio Alzamora.

Sepang, Malasia, la penúltima cita del año, es otra cosa. Muy distinta. Muy dolorosa. Muy difícil. Poco menos que imposible. ¿Por qué? Porque, el pasado viernes, Marc Márquez se hizo daño al caerse, junto a otros cuatro pilotos, por la incompentencia de un comisario que no señalizó un enorme charco que había entre las curvas 10 y 11.

Problema de equilibrio

El campeón de Cervera no se rompió nada. ¿Qué paso entonces? Que su cabeza impactó en el asfalto con tan mala suerte que se le torció la barbilla y, en ese violento golpe, gesto, se desgarraron, a lo bestia, como un chicle, todos los músculos del hombro izquierdo y del cuello. Consecuencia: las cervicales le provocan mareos, pérdida de equilibro, falta de concentración, le desestabilizan, le impiden correr a más de 275 kms/h. durante casi una hora y sobre un asfalto que está a casi 50 grados. Como no querían regalo alguno, Alzamora y Márquez decidieron salir ayer a la pista en el ensayo con el que se confecciona la parrilla y mientras Bradl lograba ser segundo, Márquez rodaba en un brillante 2.12 minutos que, eso sí, le permite salir a correr pero en el penúltimo puesto de la parrilla. Ha adelantado dos lugares, con respecto a Australia, pero sale el 36. Si sale, claro. Ultimamente con Márquez ya se sabe, los domingos toca milagro. Como viene siendo habitual desde que, por una cosa u otra, dejó de puntuar en las primeras tres carreras de la temporada: Qatar, Jérez y Estoril.

Eso sí, aunque no ha aparecido en dos días por el box , el equipo que dirige Santi Hernández no ha dejado de trabajar ni un segundo. ¿Cómo?, inventándose, a ciegas, una moto que le vaya bien al mago. Y para ello, Hernández ha estado en permanente contacto con el telemétrico alemán de Márquez, Hugo Bucher, que desde la cama de la habitación que ocupa en el Klinikum Hospital de Memmingen, en Alemania (se rompió dos huesos en Motegi), y conectado vía Internet y webcam , ha hablado con Hernández y Rainer Diebold, socio de Bucher en la compañía 2D-datarecording.com, que se encarga de la telemetría de la Suter de Márquez, transmitiendo las indicaciones adecuadas a Carlos Liñan, Jordi Castellà y Javi Ortiz, que, desde ayer a las seis de la tarde, tienen la moto a punto para que si Márquez puede pruebe de obrar otro milagro, primero en el corto ensayo del domingo por la mañana, previo a la carrera, y luego intentando retrasar hasta Valencia (6 de noviembre) el alirón, o no, de Bradl.