Llevo la mía, la blanquiazul del Arroyo CP. Porque con el equipo en descenso desde la jornada 4 hasta el minuto 85 de la 38, la mayoría de la afición ha seguido acudiendo al campo y, en unas jornadas más que en otras, ha creído en la salvación. A diferencia de algunos agoreros, tenían presente el calendario, leonino con el Arroyo al comienzo, y más asequible hacia el final, y han comprobado que el equipo creía en todo momento que lo iba a conseguir.

La blanquinegra del Mérida. Clave inesperada en esta historia y cuyo fracaso en modo de descenso arrastraría al Arroyo a Primera Extremeña. Dos años estuve pasando a diario por el Campo Do Vao. Allí, este sábado, en horario casi solapado con la final de Champions (que hay que tener pocas luces y a la vez focos), el futuro del Arroyo se liga al del Mérida junto al Atlántico. Ojalá podamos disfrutar o sufrir, esa fiesta del otro fútbol, el millonario, el que nos debería importar menos, con Mérida y Arroyo ya salvados.

El domingo me pondré la rojiblanca del Don Benito. Ojalá sea por el simple gusto de apoyar el ascenso de otro club extremeño a Segunda B. Con la fe que llegan y jugando en casa, se pueden llevar por delante a Salamanca con sus dos catedrales.

La verdiblanca de mi Cacereño, porque también es mío. Porque cuando tenía 14 años, la tristeza de los domingos de mi «primera emigración» la mitigaba acudiendo al Príncipe Felipe. Este año he ido poco por la Carretera de Salamanca, pero aún espero ir tres veces más. Y porque del Cacereño, más o menos, somos o tendríamos que ser todos los de Cáceres.

La blanquinegra del Plasencia. Porque llegan en su mejor momento y tienen equipo para pasar tres eliminatorias como ya han demostrado en la Copa Federación y en el primer partido.

Y la celeste del Coria, aunque sea sólo por algunos amigos que allí tengo. Y porque, al igual que el Arroyo, lo tenían casi perdido pero han seguido peleando. ¿Porqué no creer ahora en levantar el resultado de la ida? Equipo hay y la ilusión de un filial no puede ser comparable a la de una ciudad entera (por cierto, liga de filiales ya).

La situación del Arroyo, no es algo nuevo. De hecho se da cada vez que puede haber más descensos que ascensos. Pero lo que si es un ejemplo claro de que el éxito de un club extremeño es beneficio para todos y es algo que a menudo olvidamos cuando nos pueden las envidias y/o las rivalidades mal entendidas.

¡Viva el fútbol extremeño!