Más litúrgico que nunca, el fútbol ha querido corresponder a la grandeza de los dos mejores equipos del año con una final perfecta. Respetuosos con el juego, la Champions ha tenido un bello gesto y ha citado esta noche a Bar§a y Manchester en un escenario tan querido como solemne. En el viejo Wembley, Bar§a y United alzaron la voz para hacerse oír por primera vez (1968 y 1992), y en el nuevo Wembley pelearán hoy para perpetuar su leyenda con la que sería la cuarta Copa de Europa.

Las columnas del viejo estadio han dado paso al moderno arco que lo envuelve, un signo del cambio de era en el que Bar§a y Manchester han roto con la historia. La suya y la de los demás. Pep Guardiola, el joven al que aquel día le temblaban las piernas mientras escuchaba a Cruyff decirle que saliera y disfrutara, se encuentra ahora ante una situación que ni él ni nadie podían imaginar entonces, antes de que Koeman rompiera mucho más que la barrera del Sampdoria. En medio de tres años esplendorosos, la Champions es para Guardiola su décima particular. Con nueve títulos en el bolsillo, este representaría la coronación y el empujón definitivo para ser más que una leyenda, esa etiqueta que sobrevuela desde hace tiempo y que él rechaza. "Es imposible decir si este es el mejor equipo de la historia, quién lo sabe".

25.000 CULES Y quién sabe qué ocurrirá esta noche, qué emociones esperan a esos casi 25.000 culés que han desembarcado en la isla, en una de esas peregrinaciones que hoy se viven sin la angustia de otros tiempos. Desprovisto de aquellas viejas urgencias, el barcelonismo aterriza en Londres con mucha más confianza de lo que lo hizo en Roma, una final que todo el mundo recuerda como un paseo menos por Pep, obsesionado hoy en no jugar como entonces. Esta noche, en las entrañas de Wembley, no se apagará la luz y aparecerá Gladiator , el héroe anónimo que cobró fuerza tras levantar la copa. No habrá vídeo. No lo necesita. "Las sensaciones son buenas", comentó Guardiola, encantado con la convivencia de estos días en Londres.

Con el once decidido, frente a las posibles combinaciones que baraja el United, el Bar§a es un libro abierto. No hay secretos y solo una pieza baila desde hace días, el dilema entre Abidal y Mascherano que parece decantarse, con todas las reservas, a favor del argentino y que desplazaría a Puyol al lateral izquierdo. Sea quien sea, no tendrá efecto en el estilo, mucho más intocable que el de los ingleses. Ferguson es un viejo zorro, y él sí juega una partida de ajedrez en la que dispone las piezas en función del adversario. La obsesión por frenar el centro del campo azulgrana le trae de cabeza, temeroso de que Xavi-Iniesta-Messi, sea una especie de triángulo de las Bermudas que haga desaparecer el balón y engulla a cuantos intenten ponerse en medio.

AGITACION CON CRUYFF En medio de esta situación, unas declaraciones de Cruyff en Italia provocaron una gran agitación. "Guardiola ha hecho un trabajo durísimo estos años y no me sorprendería que, independientemente del resultado, se fuera después de la final", aseguró. "Esto, hoy no toca", fue la respuesta del técnico, recordando que tiene otro año de contrato. Ese desgaste existe.