A Francisco Campos Batalla (Cáceres, 1 de febrero de 1990) no le cabe la menor duda: “Sí, vamos a subir a Segunda B, en las semifinales ganaremos 1-0 o 2-0 al Coria y en la final 2-0 o 3-0 al Villanovense o el Extremadura B”. El protagonista de esta historia de integración es “uno más” en el Cacereño, en el que ejerce de auxiliar y “en agosto o en septiembre” tendrá un contrato como tal, desvela el director general del club, Luis Puebla.

Francisco se presenta media hora antes de lo acordado para realizar este reportaje en el Bar Vettonia, cerca de la sede del club. Tiene “mucha ilusión” en que se le conozca, aunque en realidad no le hace falta popularidad. Su diversidad funcional de alguien muy capaz no impide su condición de una persona intuitiva, inteligente, trabajadora y siempre con el buen humor por bandera en el ADN de su comportamiento. Todo el mundo le identifica y quiere en los círculos futbolísticos de la ciudad extremeña por su carisma, su simpatía y ganas de vivir la vida. Le estimaban en el Diocesano "toda la gente, como Alfonso Abreu, el presidente", club con el que también colaboró y alentó en cada partido, y le adoran ahora en el decano. “Mi mejor amigo es Bernabé, aunque también Teto, Borja o Javito”, agrega distendido, ya apurado el café.

El cuerpo técnico, con Julio Cobos a la cabeza, también tiene su particular apoyo, pero también Elías Molina, Gil Sintes, Alberto, “el segundo entrenador, o el entrenador de porteros, Dani Castro”, recita de memoria Francisco, siempre con un lenguaje gestual en positivo. En la plantilla del CPC es ya alguien ”imprescindible”, dicen desde dentro.

Hijo de un pastor que aún ejerce como tal en Monroy y de una mujer dedicada “a cuidar a gente mayor”, Francisco tiene un hermano nueve años menor que él, Víctor Manuel, “que estudia Derecho” , cuenta, “y que terminará la carrera dentro de poco”. Con ellos, subraya, siempre ha sido feliz porque en todo momento le han ayudado a serlo y él mismo ha hecho mucho por la causa. “Con mi padre siempre he ido a ver al Cacereño”, insiste, teniendo ese amor al club verde presente en su corazón, con un futbolista, Checa, su referencia de estos años. Ha sido su favorito el centrocampista andaluz, ya retirado, por su espíritu de lucha. Paradigmático.

Francisco fue a clase a Proa, “en Las Minas”, después se marchó a Aspainca y en los últimos años se ha hecho a sí mismo y llevando a rajatabla el sentido colectivo en Novaforma, en Las Capellanías, “con Bene”, la directora. De todos esos centros y sus gentes guarda un excelente recuerdo, explica, pero ahora su mente está puesta en ese trabajo en el Cacereño y en su día a día familiar en el domicilio de La Mejostilla. Se le iluminan los ojos y esboza una sonrisa cuando Puebla le confirma que va a estar ‘full time’ en el CPC desde este verano. “Ya está hablado con sus padres”. Durante los últimos meses incluso ha echado una mano en el arreglo del césped con el presidente, Carlos Ordóñez, “y Carlos ‘El Oreja’”, otro hombre de club con el que también guarda una gran complicidad.

“Me quiero quedar mucho tiempo en el Cacereño, vamos a ascender. Yo confío mucho en el equipo porque estoy en todos los entrenamientos y lo veo”, repite el joven cacereño mientras tiene el pensamiento de ir al estadio y desvela que este jueves el CPC tendrá que jugar en Linares el último amistoso antes de encarar el playoff. Francisco es también miembro de la peña Pergas Conquistadores, en la que es vicepresidente, comenta con orgullo.

Practicó el balonmano y el fútbol, “era extremo, pero me fastidié la rodilla en el Proa porque en la pista había un agujero así de grande y tuve que dejarlo”, dice antes de escenificar el momento con ese particular gracejo.

A nivel nacional, es simpatizante del Madrid y su futbolista favorito es Marco Asensio. Pero todo ello, muy por detrás de su Cacereño… claro está.