Un infierno enel fútbol sala

Hacía tiempo que tenía pensado escribir algo referido con el fútbol sala, deporte que nos está dando bastantes alegrías a nivel nacional a los que simpatizamos de forma especial con él, más aún cuando, a pesar de cosechar éxito tras éxito, sigue estando en un segundo plano a nivel informativo. Mi intención era utilizar las páginas de EL PERIODICO EXTREMADURA, uno de los medios informativos que mejor trato ofrece a esta disciplina deportiva, para contar historias, vivencias, anécdotas y un sinfín de momentos agradables que me ha proporcionado el fútbol sala.

Pero no todo han sido alegrías. También ha habido decepciones, entiéndase derrotas inesperadas, descensos, arbitrajes descaradamente injustos... pero nada comparable con lo vivido el sábado en el pabellón La Arganzuela, en Madrid, en el partido Sport Villaverde-AD Extremadura.

Fue tan fuerte que no quiero pasar por alto la oportunidad de denunciarlo. Podría haberlo hecho más en caliente, pero preferí dejar pasar algunos días, pues con los acontecimientos más recientes podría haber dicho cosas demasiado fuertes tras la tensión sufrida durante el partido, así como en los momentos previos y en los posteriores.

Lo allí vivido es la parte más oscura del deporte, o más bien algo que nada tiene que ver con el deporte. Todo se inició allá por octubre de 2004, cuando ambos equipos se enfrentaron en Cáceres y, por circunstancias que aún no he conseguido entender, el cuerpo técnico del Villaverde, y muy especialmente su entrenador, inició una cruzada frenética y desproporcionada contra los componentes de la AD Extremadura, que continuó su curso en los días previos al enfrentamiento del sábado y que tuvo su momento álgido desde el mismo inicio del partido, con insultos, amenazas, vejaciones, intentos de agresión, que en alguna ocasión se llegó a producir, tanto fuera de la pista como en el juego, llegando a producir un estado tal de excitación y miedo en la expedición cacereña que tuvo que recurrir a las fuerzas del orden para abandonar el recinto, avisados por el delegado federativo a falta de escasos instantes para la finalización.

Supongo que para los buenos aficionados, la mayoría, será triste leer estas cosas, pero sólo los que allí estuvimos sabemos lo que sentimos en esos momentos que se hicieron eternos, dándose la paradoja al final de estar casi contentos de haber perdido el partido, tras el gol del Villaverde en los instantes finales.

Cualquier parecido con un partido de fútbol sala fue pura ficción. Ni los jugadores ni el cuerpo técnico pudieron centrarse ni un instante en el juego. Fue una sensación de no saber qué pasaría al final, sensación real de temor y miedo jamás vivida antes, al menos por el que suscribe. La llegada de un grupo de antidisturbios, nada más finalizar el partido, hizo que la situación se tranquilizara, aunque la salida fue esperpéntica, ridícula y degradante. Sólo cuando nos vimos en el autobús, lejos del pabellón, nos sentimos aliviados.

Deseo que este sábado, el público, en el partido que disputará la AD Extremadura en el Multiusos ante el Futur Sal-Toledo acuda en masa a dar su apoyo al equipo cacereño y lo reciba como merece.

JUAN MANUEL SILVA.

Delegado de la AD Extremadura FS