La guerra de los sexos, que parecía definitivamente enterrada ya en el mundo del deporte y, sobre todo, en el mundillo específico del tenis, reapareció con fuerza hace unos días en el torneo de Indian Wells, donde unas desafortunadas declaraciones de su director, Raymond Moore, le costaron el cargo de forma inmediata.

La doble argumentación que realizó Moore no tenía desperdicio. "En mi próxima vida, cuando regrese, quiero ser parte de la WTA porque se aprovechan del éxito de los hombres. No toman ninguna decisión y son afortunados, muy afortunados. Si yo fuera una mujer tenista, me arrodillaría cada noche y daría gracias a Dios por el nacimiento de Roger Federer y Rafa Nadal. Ellos son quienes han llevado el peso de este deporte".

No hay ni que decir que tan incorrectas manifestaciones levantaron una oleada de réplicas y la repulsa general. Serena Williams, número 1 mundial, vino a decir que las mujeres ya no se arrodillan ante nadie y consideró los comentarios "equivocados y muy, muy inciertos". Y puso un ejemplo: "Si dijera que mi hijo merece más dinero que mi hija porque es un hombre, sería chocante".

Victoria Azarenka, ganadora del torneo californiano, criticó que todavía no se reconozca la igualdad entre géneros. "Pero lo mejor que hacemos las mujeres es sobreponernos a esos comentarios. Por cierto, no se escuchan cosas así sobre los hombres". Y la española Carla Suárez pidió esta semana a sus compañeras, a su llegada a Miami, mantenerse "unidas para defender la igualdad entre hombres y mujeres".

"Las chicas estamos haciendo un esfuerzo para tener igualdad en premios, la WTA ha hecho un gran trabajo y creo que las chicas tenemos que ir a una y seguir luchando por lo que creemos que nos pertenece".

El jardín de Djokovic

La ATP, homóloga masculina de la WTA en la organización del tenis mundial, salió en defensa de la igualdad, algo que el número 1 actual, el serbio Novak Djokovic, matizó cuidadosamente para no meterse en más jardines. "Las mujeres merecen respeto y admiración por sus logros, las aplaudo por ello. Por otro lado, la ATP debería luchar por más dinero porque las estadísticas muestran que tenemos muchos más espectadores en los partidos de hombres. Esa es una de las razones por las que pienso que deberíamos ganar más".

De hecho, el tenis es el único deporte en el que las mujeres han logrado la equiparación. Pese a ello, solo dos mujeres figuran entre los 100 deportistas con mayores ingresos, según la lista que la revista Forbes publica cada año: Maria Sharapova (26, con casi 30 millones de dólares entre premios y publicidad) y Serena Williams (47, con casi 25). Tenistas, en cambio, hay cinco, encabezados por Federer, 5º con 67. Aunque los ingresos por premios son los mismos, los contratos de publicidad y patronicio son los que hacen la diferencia. Nadal, por ejemplo, gana más del doble en este concepto (28 millones) que Serena (13).

El golf, el segundo deporte femenino mejor pagado, está lejos de alcanzar la paridad. Mientras los torneos grandes masculinos (los cuatro del Grand Slam más el TPC de Florida) destinan 10 millones de dólares en premios y 1,8 el ganador, los grandes femeninos no pasan de los 4,5 millones del US Open, que da 810.000 dólares a la campeona.

¿Deben ganar lo mismo las mujeres que los hombres en el tenis? "A una mujer le cuesta igual que a un hombre ser número 1 del mundo, y Conchita tuvo el mismo mérito de llegar a una final que Nadal. La valoración debería ser la misma, pero cada deportista tiene su caché en el deporte que practica", dice Ivan Corretja.

Fernando Soler, del gigante IMG, (que representa a hombres y mujeres), cree que deben cobrar lo mismo. "La semifinal del US Open del año pasado entre Serena y Vinci fue más vista que la final masculina. Depende del momento", asegura.