Aún no lleva un año en Telde, pero al otro lado del teléfono a Ana Palomino (Cáceres, 14 de diciembre de 1996) ya se le nota el acento canario. «¿En serio?», dice ella, divertida, «mi familia no me ha dicho nada». La cacereña acaba de renovar otro año su compromiso con el Rocasa Gran Canaria, con quien el pasado verano se proclamó campeona de la Supercopa de España de balonmano femenino. Fue llegar y besar el santo, como se suele decir. Luego, en liga, las cosas no han salido todo lo bien que cabía esperar y el equipo canario, campeón en el curso 2018-2019, solo ha podido ser octavo. A pesar de eso, la temporada próxima volverá a disputar competición europea, la Women’s EHF European Cup. «Lo de competir en Europa parece otro mundo: el nivel de los equipos, la afición... Hay países donde el primer deporte no es el fútbol, sino el balonmano, y eso se nota».

Ese octavo puesto ha dejado «un mal sabor de boca», confiesa Palomino, surgida de la cantera del Paideuterion cacereño. Y ese es uno de los factores que le han animado a renovar. También que está «muy bien» en Gran Canaria. Y el proyecto, claro, con el que espera volver a pelear por estar muy arriba.

En el Rocasa, Ana Palomino seguirá peleando por cada minuto en pista con Silvia Navarro, la mejor portera de balonmano del mundo, con quien la cacereña ha aprendido mucho esta temporada. «Nos llevamos muy bien y nos hemos intentado ayudar en todo. Desde el principio le dije que me corrigiese todo lo que me viese mal y la relación ha sido muy buena. Más que competitividad lo que prima es el compañerismo, trabajo muy a gusto con ella».

Balance «muy positivo»

A pesar de pelear por cada minuto en pista con una leyenda del balonmano, la extremeña está muy contenta con su papel en el equipo este año. «El balance que hago es muy positivo». Han sido muchos los minutos que ha estado en pista («esperaba tener menos, quien tengo por delante es Silvia Navarro, y eso no es ninguna tontería») y, en la Supercopa de España, fue la encargada de defender la portería del Rocasa todo el tiempo por una indisposición de su compañera: «Nada más llegar, juego todo el partido entero y ganamos, no podía empezar mejor», explica entre risas.

Aunque solo tiene 23 años, Ana Palomino tiene ya una dilatada experiencia en la élite del balonmano femenino español, donde ha jugado en las seis últimas temporadas. Con las categorías inferiores de la selección española ha sido internacional en 30 ocasiones. Siendo júnior disputó un Europeo y un Mundial. Y también ha sido convocada por la selección española B, una especie de filial (hoy selección universitaria) de las Guerreras. El salto a la absoluta es un sueño, pero no una obsesión. «Es algo que le hace mucha ilusión a cualquier jugadora, pero no es algo que depende solo de mí. Además, hay un generación muy buena de porteras».

Lo que sí depende de ella es el trabajo. Y eso, asegura, no va a faltar. ««Día a día pienso en mejorar y aportar al club. Si a partir de ahí me llama alguna vez la selección, sería un regalo, pero lo que te da el día a día es tu club».

A Ana Palomino el estado de alarma le pilló en Telde, y allí sigue. Mes y medio después de paralizarse el país por la pandemia mundial del coronavirus, la Federación Española de Balonmano dio por concluida la temporada, «lo más lógico», reconoce la extremeña, que cree que en los seis partidos que restaban su equipo podría haber escalado alguna posición en la clasificación. Pero eso ya no importa. Ahora ya piensa en la próxima campaña. Y por eso no ha dejado nunca de entrenarse en casa. Lo sigue haciendo. «La pretemporada no empezará, supuestamente, hasta agosto, y sería demasido tiempo parada», cuenta ella, que espera a tener luz verde para volver a Cáceres y reunirse con su familia.