"Ha tenido todo un año para volcar todas esas opiniones dentro del club, sabiendo como sabe que es una persona de altísima confianza del presidente y mía... hasta hoy, si son ciertas todas estas cuestiones". La voz de Ismael Díaz sonaba abatida ayer para responder al vicepresidente deportivo del Cacereño, Juan Ojalvo, que había pedido en los dos periódicos regionales su destitución tras decir que ve al equipo "prácticamente descendido". Lo que considera el técnico una traición de Ojalvo ha sido un nuevo varapalo para su moral, ya resentida por los resultados --siete derrotas consecutivas-- y el ambiente general en el entorno de la entidad, que exige su marcha.

"Todo es comprensible. El miedo es humano y todos somos humanos. A la hora de afrontar situaciones de alto riesgo cada uno tiene sus debilidades. Lo que yo no hago es escupir hacia fuera", agregó el entrenador.

En su intervención de los viernes en la Ser, Díaz se mantuvo en sus mismas posiciones que en los últimos tiempos, sin dar opción al abandono: "Llevamos ya varios meses de acoso y derribo"; "lo que toca es apretar los dientes, ser honesto con tu profesión y educado con tus formas"; "el equipo está todavía vivo"; "lamentarse es para gente débil y cobarde"; "no voy a contribuir al linchamiento"; "si algo echo en falta es que se me analice futbolísticamente de lo que tanto se me achaca"...