Joan Garriga, uno de los grandes mitos del motociclismo español, el hombre que convirtió los títulos de 250cc de Sito Pons, a finales de los 80, en auténticas proezas por la enorme rivalidad que mantuvieron en la pista, ha confirmado esta mañana a Jordi Basté, en 'El món a RAC1', que vive momentos de desesperación y que su vida es "un infierno diario".

El motivo fundamental no es tanto la falta de ayudas ("tanto la Generalitat como la Federación Catalana de Motociclismo debería de echarme una mano por lo que fui y por las ayudas desprendidas que ofrecí en mi tiempo") como el hecho de que la justicia acaba de confirmar "pese a lo que me prometió el señor Francesc Homs, de la Generalitat" que el arrebatamiento de su casa en Vallvidrera y la subasta posterior, muy oscura, fueron totalmente legales.

Desencantado del futuro

"Lo más grande no es solo eso, lo más grande", señaló un desesperado Garriga, "es que todas mis cosas, incluida la dentadura buena, pues un mosso solo pudo recuperar la mala, siguen en el interior de mi casa habitada por otra persona. Allí están todas mis cosas, desde miles de cartas de fans hasta mi coche de scalextric preferido, más de 250 cintas de vídeo de mis duelos con Sito, mis trofeos, cuadros y todo, absolutamente todo".

Garriga explicó que el siguiente juicio que tiene, pero que ya no afecta a la recuperación de su casa sino al proceso seguido para arrebatársela, "se ha designado ¡para el 15 de enero....del 2015! Y yo, la verdad, Jordi, no creo que llegue a esa fecha, imposible, pues estoy muy destrozado, 'estic molt trinchat'. No tengo ni ayudas, ni retiro, ni pensión, ni nada".

Homs se comprometió

Basté, que inició la entrevista recordando la historia publicada por EL PERIÓDICO DE CATALUNYA, el pasado 20 de junio, en la que se narraba la dramática situación que vivía, que vive, Joan Garriga, de 50 años, y el auxilio que le prestaba Sito Pons, su máximo rival en la pista, mostró su sorpresa por el hecho de que Garriga, que ha tenido que buscarse un abogado de Valencia "porque nadie de aquí se atrevía a llevar mi caso", desvelase que Francesc Homs se comprometió a ayudarle a recuperar la casa "pero me pidió que esperase a que pasase el verano y todo se arreglaría".

"Bueno", añadió Garriga, "ahora ya sé que la he perdido, ya hay sentencia y, la verdad, he dejado de creer en la justicia, máxime en la justicia catalana, pues aquí se está tapando mucha porqueria".