Desde que los Reyes Magos dejaron una pala de pádel bajo el árbol han pasado muchos años, pero Javier Rodríguez (Cáceres, 31 de enero de 1998) sigue sintiendo la misma pasión que aquel niño. «Tendría 7 u 8 años», recuerda él, que ahora, con 22, ha hecho de este deporte su vida: juega profesionalmente en el World Padel Tour y enseña a aquellos que quieren mejorar.

El deporte le ha llevado lejos de casa, aunque nunca deja de tener presentes sus raíces. «Siempre que pueda voy a seguir disputando los campeonatos extremeños», dice. En este 2020 ha sido, junto a Jorge Señorán, subcampeón de Extremadura y el próximo año lo volverá a intentar para llegar a lo más alto.

Pero el pádel le ha llevado a Madrid, «donde están el 70-80% de los mejores jugadores del mundo y también los mejores entrenadores». Es la apuesta, y el precio, por intentar triunfar, por disfrutar al máximo de lo que más le gusta. Y en el 2020, a pesar de la múltiples dificultades, lo ha conseguido. Ha sido su primer año completo, o casi completo, en el mejor circuito del mundo, el World Padel Tour.

Se ha perdido dos pruebas, la primera, Marbella y Menorca. El resto las ha jugado todas, con una lógica evolución de menos a más y quedándose a las puertas del cuadro final en el último torneo del año, en Las Rozas.

Era su primera aparición en la ronda de previas, pues su territorio habitual eran las pre-previas. El sistema, y esto es una queja habitual en el circuito, está pensado para los jugadores de arriba, del cuadro final. «Ahora están entrando más jóvenes, pero no es fácil que se baje de ahí el que lleva muchos años», dice este cacereño.

«Para mí el balance de este año siempre va a ser positivo, porque lo que busco es crecer, curtirme. Hay gente que es infinitamente mejor que yo, que lo único que hago es trabajar con humildad y entrenar bien».

El madrileño Adrián Ronco es su compañero y salvo cambio de última hora volverá a serlo en el 2021. Eso sí, las dos primeras pruebas no pudo disputarlas con él («juntos no teníamos suficientes puntos ni para entrar en pre-previas») y tampoco Cerdeña, que la jugó con el también extremeño Jorge Señorán.

«No hay muchas parejas que se mantengan juntas toda la temporada en los niveles en los que estamos. Pero a mí me han enseñado en la academia (M3) que hay que crear un proyecto. Y es así, trabajando, como tarde o temprano llegan los resultados», dice Rodríguez, que, más allá de seguir mejorando, no quiere marcarse objetivos para el 2021. «Mejorar día a día, hacer más previas, ganar más partidos. Si te pones un objetivo vas presionado a los torneos y a veces eso no es bueno».

Entrenar con los mejores

A largo plazo es la mentalidad de este cacereño asentado en Madrid, donde comparte entrenamientos con los número uno del mundo, Juan Lebrón y Ale Galán («estar en Madrid me permite trabajar con los mejores»). Compatibiliza sus entrenos (más de tres horas diarias) con las clases que imparte en Mas4padel a otros que quieren mejorar. «Los patrocinadores ayudan mucho, pero hay que completar los ingresos». El camino al éxito no es económico. Algún día le gustaría poder dejar las clases y centrarse solo en entrenar y jugar. Sabe que para eso necesita seguir mejorando.

Su ídolo es Juan Martín Díaz (embajador del club en el que da clases), pero en el que siempre se ha fijado el Fernando Belasteguín. «No es un jugador espectacular, pero sí muy constante. Ahora también me fijo mucho en Juan [Lebrón] y Ale [Galán], que son los mejores del mundo y también mis amigos. Mi objetivo es estar físicamente como ellos», una faceta en la que asegura que ha mejorado mucho en los últimos años. «Mi fuerte siempre ha sido el ataque, pero este año he mejorado mucho en defensa y físicamente. Lo que tengo que hacer es mantener mis puntos fuertes y mejorar el resto». Ese es el camino que se ha marcado para seguir evolucionando, con la misma ilusión de un niño, en el 2021.