Gari Kasparov derrotó anoche por un global de 9-3 a Anatoli Karpov gracias a su dominio en las partidas rápidas que ambos disputaron en Valencia. La partida sirvió para rememorar los 25 años del primer enfrentamiento de ambos en el campeonato del mundo de Moscú de 1984.

En aquella ocasión, Karpov se impuso a Kasparof por 5-3 tras disputar 48 partidas, cuando el árbitro tomó la polémica decisión de suspender la partida, en un pulso que debía finalizar cuando uno de los contrincantes alcanzara las seis victorias.

En Valencia, Kasparov, que mantenía una ventaja de tres victorias a una de las dos jornadas anteriores, amplió el marcador y llevó la iniciativa en la jornada final, al ganar cinco de las ocho partidas rápidas que ambos jugaron y en las que Karpov solo pudo imponerse en una y firmar tablas en otras dos.

Juego ágil

Si en las dos jornadas previas las partidas semirrápidas dieron 25 minutos a cada ajedrecista para desenvolver su juego, esta vez solo había cinco minutos por cada parte, con lo que el juego ganó en agilidad.

En la primera de ellas, Karpov solventó la desventaja inicial de jugar con piezas negras y ambos se enzarzaron en un duelo cuerpo a cuerpo sobre el tablero, donde la torre y el rey de Anatoli Karpov consiguieron rodear al solitario rey de Kasparov.Tras las tablas que firmaron en la segunda partida y que no suponían más que una momentánea tregua, Gari Kasparov se adjudicó la tercera al batir numéricamente a su oponente tras saber aprovechar mejor la estrategia defensiva en torno a las principales figuras del tablero que los dos habían planteado.

Ofensividad

El Ogro de Bakú salió decidido a sentenciar el duelo en las siguientes partidas, y aunque Anatoli Karpov pudo parar en el centro del tablero su juego vertical y obligarle a replantearse sus ofensivas aperturas, agotó antes el tiempo y le cedió la cuarta y la quinta partida a Kasparov.

Apurado por la evidente desventaja en el marcador, Karpov se debatió entre atacar decididamente a su contrincante ante la necesidad de recortar las diferencias y la premura de no dejar descubiertos los flancos, por los que Kasparov exprimió a su rival con un dominio de la sexta partida gracias al juego de sus torres.

Tablas

Pero Karpov sacó su competitivo carácter para maquillar el dominio de su rival, lo que llevó a que disputarán una séptima partida llena de fluidez y soltura mental que alargó los 300 segundos de juego iniciales de cada ajedrecista hasta los 96 movimientos realizados por cada parte.

Esta tendencia finalizó en la última partida, en la que el duelo se igualó hasta que ambos aceptaron terminar la partida en tablas ante la equidad que existía en el posicionamiento de las piezas y el número de éstas.