"Ahora ya no tengo la obligación de salir a entrenar haga el tiempo que haga. Ahora ya puedo comenzar a pensar en aquello de que las bicis son para el verano". Sí. Joan Llaneras se ha medio jubilado. "Más que medio, yo diría que me he jubilado del todo". Unos 25.000 kilómetros anuales lo contemplan desde que en 1991 se hizo profesional en el equipo ONCE.

Tres semanas de vacaciones, algo impensable, tres semanas sin necesidad de subirse a la bici, de poder ir a comprar el pan en coche, llevar a los niños a la escuela, tres semanas antes de tomar el avión y comenzar un nuevo capítulo en su vida, un episodio que lo convertirá en cicloturista por placer y en gerente deportivo del Palma Arena, el faraónico velódromo multiusos que se levanta en la capital balear. Llaneras debe tratar de impedir que las telarañas sean okupas del edificio para bien del ciclismo en pista y otros eventos deportivos. "Yo no voy a ser un promotor deportivo, si llaman a la puerta todas las propuestas serán bien atendidas. Hay que tratar de convertir al Palma Arena en una referencia internacional de la pista".

La escuela

No será esta su única misión, ya que Jaime Lissavetzky, el secretario de Estado para el Deporte, también le ha encomendado unos deberes a Llaneras. Quiere que sea el futuro director del Centro de Alto Rendimiento y Tecnificación que el Consejo Superior de Deportes (CSD) establecerá en Mallorca dedicado en exclusiva al ciclismo en pista, una modalidad que, por ahora, tras su retirada, queda con un futuro incierto. "En Inglaterra hay un centro similar", dice.

Siete títulos mundiales y cuatro medallas olímpicas lo contemplan. Es el legado que deja Llaneras, el corredor que un día acertó al tomar la decisión de dejar la carretera --fue gregario, entre otros, de Lejarreta, Mauri, Jalabert, Zülle y, finalmente, Armstrong-- para convertirse en el mejor corredor español de pista de todos los tiempos. La pasada semana se retiró, en Rotterdam y con triunfo. "Increíble, qué manera de decir adiós". Fue su frase para la historia. Aún le aguarda una sorpresa, antes de que el verano salude a la primavera; un homenaje, en Mallorca, seguramente en el Palma Arena de su corazón.