A Lola Martínez Rodríguez (Mérida, 11 de septiembre de 1979) le entusiasma hablar de lo suyo. Y lo hace con verdadera y entusiasta devoción, en ningún modo para alardear de sus virtudes, que la vista está que le sobran. «En los últimos campeonatos de España le dije a Ramona, una nadadora tinerfeña con muchos más años que yo, que me gustaría estar compitiendo con 80. Sería buena señal. Para mí es un estilo de vida». Lo suyo es el deporte en general y la natación (sobre todo) y el triatlón en particular. Lleva décadas ganando, aunque no sea esta condición la que ella priorice.

A Martínez, directora técnica del Cáceres Los Delfines, club en el que trabaja, también de gerente, le es imposible cuantificar cuántas medallas acumula en su atestada habitación de trofeos, pero un solo dato habla de su dimensión como una de las más grandes del deporte regional, aun siendo ya categoría máster: ostenta cinco records nacionales en natación en diferentes pruebas, los últimos cuatro en el Campeonato de España en Pontevedra, el pasado fin de semana. Además, en su prueba fetiche, los 200 espalda, está entre las cinco mejores del ranking europeo. Dice que la alemana que lo lidera es inalcanzable, pero hay quien lo duda, conociéndola.

Pero antes de vivir lo que durante siempre ha disfrutado (sí, disfrutado) hubo un punto de inflexión en su vida que le ha marcado y de lo que jamás ha renegado. Cuando aún no había cumplido los 17 años, y estando en el Centro de Rendimiento de Málaga y en la selección española tras ser campeona nacional absoluta, decidió dejarlo y retornar a Extremadura. «Una pequeña lesión y que quería estudiar Judicatura me quitaba tiempo y la prioridad siempre ha sido mi formación académica. Mi madre y yo decidimos que volvía a Mérida y así lo hicimos. Nunca, nunca, me arrepentí de aquello», asegura con verdadera convicción.

Dice que aquello se produjo en plena cuesta arriba de su carrera, que quién sabe hasta dónde subiría. Cosas de la vida, después el Derecho no le privó «porque, viendo a un amigo, comprobé que no tenía vida» y ella no quería abandonar el deporte de élite. Así que después estudiaría Ciencias de la Actividad Física y el Deporte y el Postgrado en Gestión y Organización de Instalaciones Deportivas. Todo ello, con notas sobresalientes, como su propia carrera, desde luego de fondo.

SU APOYO / A Lola le ha apasionado el deporte, aunque en principio la natación no parecía lo suyo. «Practicaba atletismo, tenis, karate o balonmano con mi hermano mellizo Joaquín y hasta los 12 años no me dediqué a ella», dice esta madre que se levanta a las cinco de la mañana varios días a la semana para entrenar. Su familia está detrás... con su marido, Raúl Martín especialmente. Y es que éste es su entrenador, con el que ha tenido, además, dos hijos: Lucía (7 años) y Raúl (5).

Esos inicios en el Giner de los Ríos de su Mérida jamás los olvidará, como las propias Escuelas Municipales, forjadora de una de las mayores campeonas que en Extremadura han sido y en la que el Santa Eulalia también contó. «Llegué tarde a la natación, pero enseguida fui subiendo de grupos y niveles, gracias a técnicos como Cándido y Sewin», relata.

En tiempos en los que la montijana Mari Paz Grillo fue preseleccionada para los Juegos de Atlata 96, ella continuó, impenitente, una carrera que continuó con sabor victorioso, pero nunca ha llegado a lo que han sido estrellas del firmamento extremeñas de los últimos años como Fátima Gallardo o Paloma Marrero. Ella ha estado arriba a su modo.

«Tres características la definen como deportista y como persona: férrera disciplina en el trabajo, enorme determinación y trabajadora incansable», dice el indudablemente orgulloso Raúl Martín, que añade: «en el agua destaca por la excelencia técnica y la atención a los detalles. Lleva tres décadas entrenando en natación. Hoy, por razones laborales y familiares, no puede realizar el volumen de trabajo que le gustaría, pero todo lo hace siempre con sentido, por un objetivo concreto, siempre va al 100 por 100», destaca Martín, que casi parafrasea a la propia mujer, que da una visión similar. La compenetración es evidente. Ella asume que su técnico es duro siempre y que intentan desligar las dos facetas en su relación.

Sobre el nivel de la natación en Extremadura, apunta que «es muy bueno» con nombres como, además de los apuntados, Estela González o Ana Moreno, que «con muchas condiciones». Además, con Miguel Durán o César Castro arriba, confía en las posibilidades de Alejandro Pulido o José Luis Javato por su motivación extra y académica en EEUU, algo en lo que es insistente, como en su día a día con todo lo que asume. Lola Martínez, la sempiterna campeona, la chica que sigue soñando con competir y divertirse.