Tarde de contradicciones deportivas en la geografía extremeña. En lo que uno ha vivido más sentido directamente, en pocas horas se pudieron contemplar dos imágenes antagónicas. Una, muy triste, la que se dio en el Príncipe Felipe. El Cacereño perdía ante el Jerez casi cualquier atisbo de opción de mantenerse. Mientras Sergio Beato anotaba el 1-3, se conocía que el Betis B había vencido en Marbella (2-3), con lo que el descenso está a un punto. Es el colofón, casi definitivo, a una temporada nefasta, con un monumental fracaso de un hombre, Ismael Díaz, que no puede culpar precisamente al entorno o al periodismo de que haya confeccionado un equipo más desequilibrado que uno recuerda en la historia del Cacereño. El, y sólo él, ha sido el responsable del fiasco.

Un rato después, los bares de la capital cacereña estaban a tope, con el clásico Real Madrid-Barcelona. Y el partido, a lo que se ve, se vivió con toda pasión, la misma que no existió en el derbi Cacereño-Jerez, ni tampoco en el Villanovense-Badajoz, donde había más aficionados pacenses que serones. El Villanovense y el Mérida han bajado, el Cacereño casi. Pero, ay, sólo nos importa el Madrid-Bar§a.