¡Vaya día! ¡Maldito sea el viento que no ha parado de soplar! Suerte que solo nos queda una jornada de duro trabajo. Y lo digo a sabiendas de que esto no ha hecho más que comenzar. Pero no es lo mismo tener que estar todo el día tirando del pelotón, que ir a rueda de otros equipos. Sin embargo, hoy hemos trabajado con bravura y muy felices, porque no siempre se puede pasear al maillot amarillo por las carreteras del Tour. Estoy encantado de que lo pueda llevar en sus espaldas mi compañero Alejandro.

Me viene ahora a la memoria la cena del pasado sábado. Fue una velada de sensaciones, de acordarnos de lo que vivimos hace dos años el día en que el equipo consiguió también el jersey amarillo, entonces gracias a mi escapada. Por eso, me volvieron a la memoria los recuerdos de mi liderato en el Tour. Todos brindamos con champán francés. Lo justo. Las grandes celebraciones hay que guardarlas para París. Repito. El Tour de Francia no ha hecho más que comenzar.

Pero es que ahora prefería acordarme de la cena y no del día de perros que hemos sufrido hoy por culpa del viento. El objetivo del equipo durante toda la etapa ha sido proteger a Alejandro, que fuera él quien menos sufriera entre todos nosotros con el aire bretón. Y creo a fe que lo hemos conseguido. Debe llegar mañana como líder a la primera contrarreloj. Y ya se sabe, en estas etapas las caídas asoman en la parte final.

Por esta razón, Alejandro ha entrado al frente del pelotón. Yo, en cambio, he preferido actuar con otro tipo de cautela. Me he apartado del lugar donde se sitúan los velocistas. En los últimos kilómetros he preferido viajar colocado en la zona central del pelotón, a sabiendas de que cuando viéramos el triángulo rojo de los últimos mil metros tendría que efectuar mi esprint particular para ganar posiciones, ya que la llegada tiraba hacia arriba y había posibilidad de que los jueces picasen algún segundo de tiempo. Y no está el Tour de Francia para regalar un tiempo gratis.

*Excampeón del Tour.

El noruego Thor Hushovd se confesó "sorprendido" por su victoria en la segunda etapa del Tour de Francia en un cerrado sprint con final en Saint-Brieuc, puesto que las lesiones le habían impedido competir en las últimas semanas. "Ya me sorprendió que en la primera etapa fuera decimoquinto, porque fue una etapa muy difícil, con un final en subida y yo no tenía ritmo, por eso también me ha sorprendido la victoria".