Era el Gran Premio de Finlandia. Era el circuito de Imatra. Era el mítico Giacomo Agostini, el que acabaría ganando 15 títulos y 122 grandes premios. Nadie ha ganado tanto. Aún. Y, sí, el gran Ago lo consiguió: octava victoria consecutiva sobre el asfalto finlandés. Ángel Nieto ganaría 15 veces en Assen, pero en años alternos. Valentino Rossi ha ganado siete veces seguidas en Mugello. Pero solo este joven de 25 años, nacido para correr en moto, capaz de romper todos los récords de precocidad de la historia, incluso aquellos que poseían leyendas como Kenny Roberts y Freddy Spencer, de nombre Marc y de apellidos Márquez Alentá, fue capaz ayer, ante la mirada de Mick Doohan y Kevin Schwantz, otros campeones históricos, de ganar nueve veces seguidas en Sachsenring, la vieja RDA, la nueva y unificada Alemania.

«¡Te quiero Sachsenring!», se le oyó gritar desesperadamente desde el podio a Márquez, mientras volaba por los aires y Rossi, no podía ser otro, se conformaba, otra vez, con la migajas de ser segundo, todo un triunfo para el que, con 115 victorias, persigue el récord de Ago y sufre la dictadura del niño de Cervera (Lleida), que, desde la aparición del 93 en el Mundial de MotoGP, ha puesto fin al dominio de Yamaha, de Rossi y de Jorge Lorenzo. 99 carreras (en Brno, la primera semana de agosto, cumplirá el GP número cien), de las que ha ganado 40, logrando 47 poles, 70 podios y cuatro títulos mundiales de cinco. Lo nunca visto, señores.

DEDICADO A PEDROSA / Como tampoco se había visto nada igual a lo de ayer en Sachsenring, con los seguidores de Rossi, amarillos, con camisetas del 46, con gorras del Doctor, rindiéndole pleitesía, o casi, en la curva donde Márquez celebró su 66 victoria en el Mundial, bajándose de su Honda, escalando a la grada y mostrándole al público el gorrito de un comisario de pista con el 26 de Dani Pedrosa «porque éste ha sido el fin de semana de Dani, al que, como referente mío que es, le dedicó esta victoria». Pudo habérsela dedicado a mucha gente, pero escogió a su compañero de box, que se jubilará en noviembre.

Márquez, que había sido segundo y quinto el viernes, sexto y décimo el sábado en los ensayos previos a la cita con la pole donde destrozó su propio récord del 2015, estaba harto de que le dijesen por el paddock de Sachsenring que era the King of the ring. «Todo Dios me preguntaba por cuantos segundos les iba a ganar ¡cómo si yo fuese Supermán!». El caso es que no solo lo ven con la capa voladora. Sus rivales empiezan a creer que tiene algo de Spiderman por cómo salva las caídas, mucho de Batman por lo que corre su moto (o cómo él la hace correr, pues las otras Honda siempre quedan muy atrás), un aire de Ironman por lo fuerte que es y mucho de Capitán América, pues siempre que ha corrido en EEUU (Laguna Seca, Indy Austin), siempre, las 10 veces, ha ganado.

Este Márquez que se va de vacaciones con medio título en el bolsillo ganó ayer en Alemania cómo, cuándo y de la forma que pronóstico. «El problema», explicó Danilo Petrucci, que trató de irse con él, «es que, cuando tú quieres hacer lo que hace él, te caes». Márquez dijo que primero se formaría «el trenecito chup-chup». Y así fue, con Lorenzo, Petrux, Marc y Rossi. Luego, todos dudarían de su arrojo y meditarían muy bien lo que hacer «porque los neumáticos empezarían a bajar». Y, finalmente, en las últimas diez vueltas, sería un «¡sálvense quien pueda!, pues las ruedas estarían destrozadas».

Lorenzo y Petrucci se le adelantaron en la salida, pero Márquez tuvo paciencia, ni pizca (extrañamente) de precipitación. Fue tercero cuatro vueltas. En la quinta, superó a Petrux y, en la 13ª (de 30 vueltas), le hizo un interior brutal, despiadado, a Lorenzo, cuyo grito de guerra es «¡por fuera!», es decir, quien quiera pasarme tendrá que hacerlo por fuera, para colocarse líder e irse, irse, irse.

Ya no hubo más carrera. Cuando llegó el momento del baile, del supuesto rock&roll porque los neumáticos habían ya caído, Márquez tenía ya a los demás a más de dos segundos, un mundo en MotoGP, un paraíso para alguien llamado Márquez Alentá, un tsunami de velocidad para alguien que había rodado en 1.22.643 (vuelta rápida en carrera) en el giro 22 para separarse de todos.

Una cosa es que él niegue ser Supermán y, otra muy distinta, que los demás, empezando por Rossi, le reconozcan maneras de héroe y que sus actuaciones parezcan comics, realidades virtuales o, peor aún, carreras de PlayStation. Y así viene siendo desde el día que nació.