Gris. Ese es el color del que se le veía al Club Baloncesto Al-Qázeres allá por agosto de 2019, poco antes de comenzar la pretemporada de su cuarto año consecutivo en la élite. Un verano muy polémico y nombres poco conocidos hacían presagiar una temporada complicada, en la que la salvación sería el principal y único objetivo. Y así fue. Nunca sabremos qué hubiese pasado si la Liga Femenina Endesa se hubiera jugado íntegra. Más de uno se ahorró problemas de corazón, es evidente. Aunque sé de alguno que prefería tenerlos y ver qué sucedía.

La temporada 2019/2020 comenzaba con muchas novedades para el Nissan Al-Qázeres Extremadura. Era la primera campaña en la que el primer equipo no era dirigido por un entrenador cacereño. Toda la confianza se depositó en Ricardo Vasconcelos, seleccionador portugués. Los otros cambios se encontraban en la plantilla, en la que repetían participación Paula Ginzo, Miriam Forasté y María Romero. De las diez jugadoras con las que contaba la plantilla de LF solo ellas tres tenían experiencia en la categoría. La expectación por ver cómo lo hacía el equipo resultaba evidente.

La garra transmitida por su entrenador se hizo visible desde el inicio. En las primeras cinco jornadas consiguieron plantar cara a equipos que les doblaban en jugadoras y les triplicaban -por lo menos- en presupuesto. Parecía casi imposible que pudiesen competir, pero lo lograban. Eso sí, la historia cambió a partir de la sexta jornada. El equipo comenzó a mostrar dos caras tras la derrota por 41 puntos ante Cadí La Seu. Unas versiones tan diferentes que resultaba extravagante pensar que fuese la misma plantilla.

Las opciones de jugar Copa de la Reina se solaparon con las derrotas más abultadas en la historia del club. De las dieciséis cosechadas, seis fueron por más de 20 puntos de diferencia. La de 48 puntos ante Durán Maquinaria Ensino se recordará por ser la más exagerada en la historia del club. También la encajada contra el colista de la competición por 30 puntos…

La liga se canceló con cuatro jornadas por disputarse. El Nissan Al-Qázeres Extremadura estaba fuera de unos puestos de descenso a los que nunca llegó a caer. Eso sí, se encontraba empatado a seis victorias con Zamarat, penúltimo. En cualquier caso, nunca sabremos si el final tan abrupto les vino bien. Habrá opiniones dispares. Unos pensarán que sí porque tenían opciones de perder la categoría y otros que no porque se salvarían.

Lo que sí sabemos es cómo se va a recordar la última temporada. Se recordará por los resultados y sensaciones tan dispares del equipo, pero también por el buen ambiente que había en el vestuario. Por el compromiso de cada jugadora, pese a que muy pocas tenían vínculos previos con la ciudad y con el club. También porque fue la temporada en la que Paula Ginzo, una de las mejores jugadoras que han pasado por Al-Qázeres -no me tiembla el pulso al escribirlo-, reivindicase que debían jugar en un pabellón más grande. También se recordará esa garra que Ricardo Vasconcelos -sin duda, una de las personas más educadas que me he encontrado en el mundo del baloncesto femenino- transmitía desde el banquillo y que, parece, seguirá haciendo.

Ha sido una campaña complicada y la que vendrá no lo va a ser menos. Hace pocos días, este diario anunció que Nissan no seguirá patrocinando al club. Eso supone que, a expensas de que llegue un patrocinio de características similares, la plantilla del próximo año será muy modesta. Vienen tiempos muy duros. Buena parte de lo que suceda en los tres próximos meses determinará la salud económica del Al-Qázeres para el futuro cercano.

La falta de patrocinio privado puede ser la clave para que, los que aún no lo han hecho, pongan de su parte. Que todas las personas que quieren ver a su ciudad en la élite del baloncesto femenino ayuden, que corran la voz. Es esencial que eso suceda. Y también es esencial que desde el club se den motivos para hacerlo. Querer estar en la élite y competir con el resto de clubes profesionales conlleva que tú también lo seas. En todos los ámbitos. Sin excusas.

Quizás el futuro cercano también pase por lo que escribieron hace unas semanas Manu Corraliza e Isa Hernández: la solidaridad. En la ciudad hay dos clubes de baloncesto de alto nivel. Esa solidaridad debe existir entre ambos. Es necesario. Más necesario que nunca.

*Estudiante de Periodismo