Ocurrió el pasado sábado, al filo del minuto 75 del partido de Regional Preferente entre dos de los primeros de la clasificación, el Montehermoso y el Diocesano (0-0). El portero visitante, Moisés, y uno de sus centrales, David Muñoz, conocido futbolísticamente como Pacheco, chocaron de manera espeluznante en el área en una acción fortuita, tras un centro al área del lateral izquierdo local. El defensa cayó al suelo, desplomado. No respiraba. Los nervios estuvieron a flor de piel en el Municipal. Se llegó a temer lo peor en unos minutos agónicos para todos, pero hubo final feliz.

La intervención de un jugador local, Pulido, enfermero de profesión, y la de las madres de sus compañeros Pablo y Vecino, también profesionales de la misma materia, fue determinante para que todo se quedara en un susto. "Mi rival me salvó la vida", no dudó en decir ayer Pacheco, sobrecogido aún del accidente.

En efecto, según el impresionante relato del futbolista lesionado, los momentos fueron realmente terribles. "Me cuentan, porque yo estaba inconsciente, que me estaba tragando la lengua, que estaba sin aire, pero me metió el tubo (de Guedel) y pude al final respirar", aseguró.

Llegó al Diocesano después de militar en la UP Plasencia y el Cacereño juvenil. El futbolista, de 20 años, natural de Tejeda de Tiétar, es estudiante de Magisterio en la rama de Educación Física. Ayer se recuperaba en su domicilio cacereño cercano a la plaza de toros. Para lo único que salió de su casa fue para hablar con la profesora de Inglés para que ésta le eximiera de una práctica, "para la que no estoy en condiciones", contó.

Pacheco recuperó poco a poco la consciencia mientras era trasladado, primero, al centro de salud de Montehermoso, donde fue atendido antes de ser conducido minutos después en una ambulancia al hospital Virgen del Puerto de Plasencia.

Finalmente, tras unas horas angustiosas y que se le realizara un tac cerebral que reveló que no había lesión importante, recibió el alta médica, pendiente de otros análisis menores posteriores, que se le efectuarán en los próximos días.

LOS SUYOS "Estaban viendo el partido mi padre, mi novia y un amigo", afirmaba ayer Pacheco desde su casa cacereña. Su padre saltó al campo "y fue el único de los tres que pudo verme. Me dice que estaba morado, muy morado y que creía que estaba muerto", añade con contundencia el futbolista. También acudieron en su auxilio gente como el delegado del Diocesano, Emiliano, que también vivió muy de cerca la angustiosa situación y que también tiene su escalofriante versión. "Al principio era imposible abrirle la boca. Después llegó Pulido con el tubo y por fin se le pudo hacer. Qué mal lo pasamos...", aseguró.

El futbolista llegó a reaccionar algo tras los primeros auxilios, pero estaba sensiblemente mareado. "Hasta que no estaba llegando a Plasencia no me acuerdo de nada". La afición del Montehermoso le despidió con una gran ovación. "Le doy las gracias a ellos, por supuesto a Pulido y a todos los clubs, como Amanecer, el Alburquerque o el propio Montehermoso y también compañeros que se han interesado por mí", relató a este diario. Del mismo modo, recuerda en estos momentos el trato del entrenador rival, Raúl Miranda.

Sus amigos actuales y de años anteriores en el club, como su antiguo compañero Burgui (ahora en el Real Madrid C), su entrenador, Jaime Heras, o el presidente, Gerardo Hierro, también le han enviado todos los ánimos.

El propio Pacheco, que aún no se encuentra del todo bien --tiene molestias en la espalda y algunos otros dolores, como en la nariz-- no tiene nada importante, pero el susto lo tiene aún muy dentro. "Esto me ha hecho más fuerte", insistía. El defensa llamó el lunes a Pulido para expresarle su gratitud. "Me salvó la vida y se lo tenía que agradecer. Llamé primero a su entrenador para pedirle su teléfono y ayer (por el lunes) hablé con él".