Siempre se ha dicho de él que llegaría a crack , que sus condiciones físicas y técnicas eran excepcionales. Algo pasó por el camino para que no se cumpliese la profecía de Alfred Julbe, que en el 2001 dijo: "Chipi será el jugador más joven en debutar en la historia de la ACB". No fue así, aunque sí llegó a jugar algún partido amistoso con los profesionales. Lorenzo Díaz, que entonces tenía 16 años, era un cadete que impresionaba a todos en el Cáceres CB con sus cualidades. Sin embargo, la gloria puede pasar dos veces por su puerta: al menos el pasado sábado se estrenó con acierto en la Liga LEB Plata con el primer equipo de su ciudad, ahora apellidado 2016.

Chipi jugó tres minutos y anotó cinco puntos, incluyendo un triple sobre la bocina al final de un cuarto. Manuel Hurtado, director general del club, le conoce bien: le entrenó desde niño y luego también le dio la opción de jugar en el Mérida en la EBA, categoría en la que también tuvo minutos con el Doncel y el CajaSur de Córdoba. Este verano volvió a reclamarle para el Trujillo Destino Turístico, equipo vinculado al Cáceres 2016. Las lesiones de Manu Valdivieso y Félix Ortiz favorecieron que acudiese al partido de Santa Pola, en el que no desentonó.

Siempre ha luchado contra cierta mala fama : la de ese tipo de jugadores a los que les cuesta mantener la concentración, estar del todo metidos en el baloncesto. Un tipo que no deja indiferente a quien lo conoce. "Tener mucho carácter a veces te favorece y otras te perjudica. De todos modos, en los últimos años he estado más tranquilo", afirma.

A pesar de "estar muy contento" por su ayuda al primer equipo, su prioridad sigue siendo lucir en el Trujillo, además de terminar la carrera de Magisterio. "No me pongo metas a largo plazo, solo seguir trabajando para mejorar", remarca.