Dentro de 50 años se seguirá hablando de ese partido en Las Ramblas". Es el comentario que dejó en la web de L´Equipe uno de los miles de anónimos lectores que en todo el mundo se pusieron a los pies del Barça, admirados ante una de las grandes obras de la historia, uno de esos episodios que perdurarán en la memoria y que los culés se irán transmitiendo de padres a hijos, como han estado haciéndolo durante 35 años con el 0-5 del Barça de Johan Cruyff.

El Barça del siglo XXI ya ha dejado una doble huella imborrable. En el XX, tuvo que esperar casi 50 años para romper la maldición que le perseguía en la Copa de Europa. El 20 de mayo de 1992 era una isla en medio de una larga travesía de decepciones. Hasta París. Hasta otro día de mayo, el 17 del 2006, cuando Koeman y el dream team dejaron al fin de estar solos en el paraíso, y abrieron las puertas para que entraran Belletti, Eto´o, Rijkaard, el Barça de Ronaldinho.

EN COLOR Igual que Wembley, el 17 de febrero de 1974 también se mantenía como un recuerdo que parecía insuperable. Como una batallita que seguiría perpetuándose por los siglos de los siglos, un solitario capítulo de gloria azulgrana en el Bernabéu, en blanco y negro, cada día más lejano. Solo el Barça de Rijkaard, el mismo que el de París, provocó un efecto parecido con el 0-3 y la rendición blanca, simbolizada en los aplausos a Ronaldinho.

Pero desde el sábado, desde el 2 de mayo del 2009, el Barça tiene otro Bernabeurazo . Inolvidable. Un grupo de gente de casa que ha explotado más que nunca guiado por alguien que también creció en La Masia. Un fundamentalista de la cultura azulgrana y del ideario cruyffista. Sí, Pep Guardiola. El inexperto que ha hecho pedazos todos los récords y ha dejado en evidencia a quienes le sentenciaron antes de empezar.

No hay adjetivos que retraten a un equipo que se escapa de todo, incluso de los piropos. Siempre va por delante y no hay manera de seguirle, ni mucho menos de estar a su altura. Tampoco con palabras.

Pero en esta carrera interminable, pero deliciosa, el Barça no tiene tiempo que perder. Ni siquiera puede recrearse en una noche que se merecería revivir una y otra vez. Pero ahora mismo no puede. Tiene otras cosas en qué pensar. Como el Madrid, metido ya en una espiral que desembocará en la obligada reconstrucción, se supone que de la mano celestial de Florentino.

PASILLO EN EL PRAT El Barça ha dejado de hacer cuentas. La Liga es cuestión de días. Quizá el alirón llegue el domingo en el Camp Nou si al Madrid se acaba de desmoronar en Valencia el sábado. El anticipo del estallido culé se vivió cuando el equipo aterrizó en El Prat y miles de aficionados le hicieron el primer pasillo al futuro campeón. Poco antes, cuando el Barça estaba en las nubes, en un vuelo lleno de alegría, el equipo tocó el cielo. En medio de abrazos, besos y felicitaciones, una de las frases más escuchadas, y que entre otros muchos, pronunció Laporta era: "Gràcies, Pep".

Pero tras "uno de los días más felices" de su vida, Guardiola ya tiene en la cabeza otro reto: el Chelsea. El equipo viaja mañana a Londres con el reto de abrirse paso hasta Roma. El triplete sigue a la vista. Y el Barça del Bernabéu es digno de ese honor. Y va a pelear por ello.

Y lo hará con el mismo guión que en Madrid. Fiel a su estilo. Listo para atacar y hacer honor al final de ese anónimo comentario en L´Equipe . "El equipo más bello de todos los tiempos. Gracias Barça, gracias Ajax, gracias Cruyff. En la vida veré algo igual".