Papá es el conocido, el famoso. Mamá era María Dolores Bergada, Cuca para los amigos, que nos dejó hace poco más de un año cuando, de pronto, le atacó un maldito cáncer. Y ayer, su hijo, ese chico que desde hace ocho desesperados años persigue ser alguien, ¡ya es alguien!, en el mundo de las dos ruedas, va y le hace el mejor homenaje que se le puede hacer a una madre: dedicarle el mayor logro de tu vida. Que para Esteve Tito Rabat no es, ni más ni menos, que su primera victoria en el Mundial de motociclismo. Y no solo eso. Como Tito quería hacerlo a lo bestia (esa es la única manera de demostrar el amor por una madre), lo consiguió en el Día de la Madre. Más grande aún, lo logró de principio a fin, sin dar opción a ningún adversario, de semáforo rojo a bandera a cuadros. Y lo consiguió, ¡apunten el homenaje!, sumando al primer triunfo de su vida, la primera pole position y la primera vuelta rápida de su carrera. Grand Slam para mamá.

Alguien que pelea tanto como ha peleado Tito, alguien que se encierra con su caravana en el circuito de Almería días, semanas y meses para mejorar su pilotaje, alguien que celebra el Día de la Madre, sin madre pero a lo bestia, no merece más que acabar siendo líder del Mundial, como lo es, ya desde ayer, el hijo del joyero, el hijo de Cuca, el compañero de Pol Espargaró, al que derrotó con todas las de la ley.