Eso reza en mi mano izquierda de torrejoncillano de 28 años. Me lo tatué un poco como recordatorio de esa filosofía de vida de ‘Si caigo me levanto’, aunque a veces hay que levantarse literalmente, como mi caso.

Hace escasamente un año era un sonriente deportista que ‘jugaba’ por los pasillos de la Clínica Cemtro en Madrid a ‘correr’ más que nadie a lomos de mi silla de ruedas. Horas antes el Dr López Capape me habían intervenido de sus dos calcáneos, quitando un espolón en ambos que me impedía entrenar con normalidad, acusando constates dolores en ambos pies, particularmente en la zona de inserción con el tendón de Aquiles.

Pocos días pasaron para que se levantara de aquella silla y cogiera las muletas, otro puñado de días para que empezara a trabajar con su fisioterapeuta Israel Monroy (IMC Fisi-on) y 36 días en concreto para que volviera a trotar de manera leve en su santuario atlético en la ciudad de Cáceres El Cuartillo. Parecía fácil.

Pero aún no estaba dicho todo, el destino, o la vida me tenía guardado alguna que otra sorpresa. Una aparatosa caída de la bici, a pocas horas de finalizar el 2018 me dejó muy dolorido y con un hematoma interno en un maléolo que a la postre me daría muchos problemas. Seguía en el fisio, seguía entrenando levemente pero había algo que me impedía retomar la normalidad, ese maldito pie izquierdo.

Aun así, contra viento y marea me planté en la línea de salida del Campeonato de España Universitario en Castellón, disputando los 10000 y consiguiendo un 9º puesto, para una semana después ser subcampeón de Extremadura de 10k en Don Benito y romperme literalmente, por todos lados. La mente, y mis piernas no daban para más. A una rotura en el bíceps femoral se me unía la constante de sentirse mal entrenando y no acabar de encontrar esa fluidez.

Intenté dar espacio, me alejé un poco para tomar impulso. Decidí parar, poner cura a ese maltrecho pie y sobre todo a la mente, a los miedos. No fue fácil, pero surtió efecto. Paso el verano, y formando tándem con Paco Moracomenzamos a poner los cimientos de una ilusionante temporada 2019/2020. Primero andando, luego andando y corriendo y finalmente solo corriendo. 12 semanas han pasado desde aquel 19 de agosto donde recuerdo el entreno perfectamente ‘1km andando - 1km corriendo’ así hasta 8. A los dos días hasta 10. Y así acabé esa semana, con 18 km.

La semana pasada finalizaba con 125 kilómetros acumulados y con una mochila cargada de ilusiones para esta temporada, que aunque ya tengo los primeros resultados (segundo en el 10k Kini Carrasco, segundo en La Nocturna de Toledo y quinto en el 10k de Socuéllamos), abro el telón este fin de semana en una prueba emblemática del panorama nacional: La Behobia-San Sebastián. Prueba que cumple 100 años y que se vestirá de gala al igual que lo haré yo para intentar dar zancadas entre los 20 kms y sus clásicos repechos que separan estas dos localidades vascas, tratando de alejar esos miedos y que puedan suponer el inicio de un regreso con el que soñaba hace un año por esos pasillos de la Clínica Cemtro. Una vez más, o como reza en su piel… ‘One More Time’.