Paso atrás del Cacereño. La segunda derrota como local en la presente temporada ha servido para que el equipo de Ismael Díaz salga de puestos de liguilla después de dieciséis semanas seguidas entre los privilegiados del grupo IV y para meter a un rival casi descartado en la lucha por jugar la fase de ascenso. El 1-2 ante el Ecija se cimentó tras una deplorable segunda mitad y un carrusel de cambios --forzados en algún caso y por decisión técnica otros-- que finalizaron con dos regalos de Félix Campo, que los delanteros astigitanos no desaprovecharon. Su postrera expulsión sirvió, además, para que la grada manifestase abiertamente el disimulado malestar que ha tenido con el meta salmantino en algunos partidos.

Pese a la derrota, no caben reproches a un equipo que ha ilusionado y seguirá motivando a una afición necesitada de buenos momentos y harta de las medianías de otras épocas. Sin embargo, el orden establecido, la mejor virtud del Cacereño y el secreto del éxito verde, parece haberse roto sin motivos aparentes. O mejor, por circunstancias que conoce el entrenador, ávido de mover el engranaje de un equipo que apenas tenía fisuras y las que tenía eran forzadas por lesiones o sanciones. Pero en los últimos partidos el Cacereño tan sólo sabe correr detrás del balón en gran parte de los minutos de juego. Cantos y Jorge García han sido piezas importantes en la maquinaria de Ismael Díaz, pero el técnico asturiano ha preferido colocar como mediocentro últimamente a defensores que nunca han ocupado esa demarcación o que lo han hecho esporádicamente en sus carreras.

"Al Cacereño no le interesa subir y lo están tirando por la borda", comentaba un aficionado tras la derrota. No es así, seguro. El presidente quiere al equipo en Primera División en pocos años y no cejará en su empeño. El equipo le ha regalado a sus aficionados grandes tardes y partidos muy meritorios, pero sabedores de los logros que ha sido capaz de conseguir, como lo ha demostrado con gestas casi domingo tras domingo, no se resiste a castigar lo que está ocurriendo en los últimos encuentros. El Cacereño sólo ha sumado 6 de los últimos 21 puntos en juego y ha bajado en ambición y capacidad. Es lógico que un equipo diseñado para mantener la categoría acuse la presión de estar obligado a ganar, pero si las armas que le han permitido la posibilidad del sueño funcionaban, ¿por qué cambiarlas?

BUEN ARRANQUE

Nacho Garrido justificó el guión habitual con su gol a los ocho minutos y varias fueron las ocasiones de que disfrutó el Cacereño para haber ampliado su ventaja que le acercara a un triunfo importante, pero el paso de los minutos fue despertando al Ecija, que veía que su último tren hacia la liguilla partía. Maxi, muy bien en la primera mitad, fue sustituido al comienzo de la segunda mitad y los problemas en el centro de la zaga verde comenzaron a llegar en forma de balones largos. Sergio aprovechó uno para burlar a la defensa verde y al descentrado Félix Campo para empatar el choque.

Cuando parecía que el empate sería definitivo llegó otro balón en profundidad a Francis, que fue derribado por Félix Campo. El árbitro decretó además expulsión y Juan Ignacio no desaprovechó la opción del 1-2 con Pedro García como improvisado meta para el máximo castigo.