Séptima estación. Apeadero de Montmeló. El tren de alta velocidad del Mundial de motociclismo se detiene en la tribuna principal. Récord de público: 112.600 espectadores. En motos, claro; la F-1 citó a 140.000. El campeonato de las dos ruedas se acerca a su ecuador y el Gran Premio de Catalunya asiste a la mejor carrera del año en MotoGP, corona a un grupo escogido de candidatos al título y confirma la llegada del baby boom de la mano de Casey Stoner (21 años), Dani Pedrosa (21), Jorge Lorenzo (20), Pol Espargaró (16) y Bradley Smith (16).

Todos fueron valientes y cumplieron con el compromiso de ser grandes. Quienes lo consiguieron fueron tratados como auténticos reyes, quienes lo intentaron recibieron la ovación que merecen los gladiadores. La cilindrada de 125, siempre tan diversa, tan divertida, tan caprichosa, escogía al sexto ganador en siete carreras, esta vez un japonés llamado Tomoyoshi Koyama (KTM), que, en la última vuelta, fulminó a sus compañeros de escapada Gabor Talmacsi (Aprilia), Randy Krummenache (KTM) y Sergio Gadea (Aprilia).

LA BANDERA DE LORENZO El cuarto de litro rindió homenaje al mejor de los mejores, cómo no, al mallorquín Jorge Lorenzo (Aprilia), que ganó como quiso. "Me ha costado, y mucho, pero lo que no cuesta no tiene mérito", dijo el mallorquín mientras clavaba en la tierra de Montmeló la bandera pirata de Lorenzo´s land .

Y, en MotoGP, el australiano Casey Stoner (Ducati) demostró ser el más fuerte, soportando el peso de la historia a sus espaldas en una última vuelta escalofriante y magistral. Porque, en efecto, cuando Stoner inició el giro final llevaba pegado a su colín a Valentino Rossi (heptacampeón del mundo), a toda Yamaha (10 títulos mundiales de constructores), a Dani Pedrosa (tricampeón del mundo) y al imperio Honda (17), que lleva nueve grandes premios sin ganar (Estoril-2006, Toni Elías). Y el chico pudo con absolutamente todos y suma ya 14 puntos más que Rossi.

Todos fueron valientes, todos, y el público les regaló un diluvio de aplausos. Porque lo grande de Montmeló es que se ha convertido ya en un lugar donde da gusto ir, una cita anual, tanto en coches como en motos, a la que miles de aficionados acuden en peregrinación a contemplar cómo un puñado de jóvenes, cada vez

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