ARROYO: Savu; Belmonte, Santi Polo, Hedrera, Carlitos, Joshua (Loaisa, min. 78), Ernesto (Antonio, min. 84), Armero, Pina (Carlos, min. 72), Pino.

CORIA: Juanfran; Gallego, Aparicio (Vill, min. 55), Herrero, Chico, Sergio, Chema, Alvaro, Expósito (Antonio, min. 79), Edu (Javi López, min. 64), Mahíllo.

GOL: 1-0: min. 21, Pino.

ARBITRO: Holcer Levato. Amarillas a Carlitos y Hedrera por el Arroyo; ya Mahíllo por el Coria.

Fernando Pino se erigió en el protagonista de la labrada victoria del Arroyo (1-0) a costa de un Coria, su ex equipo, que trabajó para lograr el empate arduamente en el segundo periodo sin recompensa.

No estaban en el campo ninguno de los dos recientes fichajes de ambos conjuntos: Asiel, hasta ahora máximo baluarte de la defensa cauriense, no podía ser de la partida para el Arroyo por sanción; mientras que Juanjo Polo, fichaje de los celestes y cuyo último equipo había sido el filial arroyano, se quedaba en la grada al haber completado solo un entrenamiento. Aún así, con las bajas atrás que acusaba, los de Miguelete completaron un encuentro más que digno defensivamente, con Gallego como su mejor hombre. El central zurdo se multiplicó en tareas defensivas.

La amenaza arriba la ponían Pino y Pina, con apellido similar pero con unas condiciones futbolísticas en antítesis. El primero la recibe de espaldas, por arriba, alardea de físico, mientras que el segundo expone su zurda como su mejor arma y siempre la pide al pie. Ambos se complementaron aunque pareció faltar profundidad, un velocista.

En el minuto 21 anotaría Pino el único gol del encuentro. Sería en una jugada mil veces vista en fútbol sala, un arte más propio de los Fernandao o Betao de turno. Recibió de espaldas en el punto de penalti, y el defensa cometió el error de pegarse demasiado a su espalda: giró fácil con el balón y su potente pierna derecha hizo el resto.

Pudo hacer el segundo Ernesto cuando faltaban pocos minutos para el descanso. El extremo controló a la perfección un gran pase largo de Santi Polo para plantarse delante de Juanfran, que estuvo hábil y salvó la vaselina que había realizado el menudo extremo.