Indomable, descarado y brillante. Tres adjetivos que se ajustan a Pablo Platero (Usagre, 1998) como la elástica piporra a su fino torso. El extremo vuelve a deslumbrar en un club que inspira a su mejor versión. «He vuelto porque quería disfrutar como futbolista», admite el poeta de Aceuchal.

Conduce el balón con la suavidad de una pluma bailando sobre el viento, surca la banda con la rapidez de un rayo en una noche de verano y golpea el esférico con la fuerza de un tornado pisando tierra. Un poeta que está escribiendo el poema más exitoso del club, con un inicio de campaña estratosférico.

Volver a volver. Tras su paso por Don Benito y Jerez, Platero decidió regresar con su padre futbolístico. «Este pasado verano tuve muchas llamadas de varios equipos, pero tenía muy claro que quería volver al Aceuchal después de un año jodido. Sabía que aquí volvería a sentirme futbolista, que es lo que necesitaba», confiesa.

Platero y Aceuchal, una relación exitosa por naturaleza. Con el club piporro debutó en Tercera y llamó la atención de toda la región. En su regreso lleva cuatro dianas y vuelve a ser ese extremo desequilibrante y decisivo que Cisqui formó en la cantera del Almendralejo CP. Sonríe como los jugones y porta el 10 de los genios futbolísticos.

«Nadie esperaba esto, pero sabía que íbamos a hacer un buen inicio porque hay un gran equipo, tenemos un gran entrenador y gente del club que nos da todo. Creo que vamos a hacer cosas bonitas porque somos una gran familia», revela el secreto del buen arranque piporro.

Generación ‘JASP’

El equipo de Francisco Javier Diosdado ‘Cisqui’ cuenta en sus filas con jóvenes con gran talento y mucha hambre futbolística. «El objetivo de la permanencia es el del club y lo que se nos transmite, pero tenemos ganas de ganar, de jugar y todo lo que podamos conseguir será bueno. No pensamos en la permanencia, la verdad», manifiesta Platero.

A pesar de su inocencia marcada por su edad, el de Usagre tiene la cabeza muy bien amueblada. «Estudio Educación Primaria en Badajoz, siempre he tenido muy claro que la formación académica es lo primero. De hecho, en el Diocesano no pude estudiar lo suficiente y me vine a mi casa. Lo primero es mi formación», advierte.

Se formó en la cantera del Diocesano, fichó después por el Almendralejo y debutó en Tercera con el Aceuchal. Luego llegó la oportunidad de bronce con el Don Benito. Una espinita clavada. «No fue todo como soñaba, sabía que tendría un rol de suplente pero quería jugar más», declara Platero.

«Todo fue muy rápido. Lo tenía hecho con otro equipo, pero me llamó Patri -exdirector deportivo del Don Benito- y para mí fue un sueño fichar por un club de Segunda B. Fue algo también inesperado, porque era mi primera temporada en Tercera tras pasar por juveniles», reconoce.

Aprendizaje y futuro

Una etapa, la del club calabazón, que le sirvió de aprendizaje. «Solo jugué tres partidos y esa espina la tengo clavada, creo que tuve semanas buenas de entrenamiento. Juan García me decía que estaba contento conmigo, pero que apostaba por otros jugadores», señala.

Platero pidió salir en enero. Jerez fue su destino. La antítesis de un poeta. «Fui a Jerez por el objetivo, que era entrar en playoff y que no se cumplió. Allí aprendí a trabajar más, a correr detrás del balón y a buscar más el contacto con los rivales, que son quizás mis puntos más débiles», reconoce Platero. Un verso libre dentro de un soneto tosco.

Nuevos cantos de sirena tentarán a este poeta piporro. Su futuro es su presente. «Mi futuro pasa por mis estudios. Si puedo compaginarlo con el fútbol, mejor. Estoy cedido por el Don Benito en Aceuchal, pero mi cabeza está en acabar la temporada lo mejor posible aquí y luego ya se verá», afirma. Aún le falta por acabar su poema. Un verso más, una rima perfecta.