En el campeonato de Zagreb-89 se vivió la última gran demostración deportiva y patriótica de la extinta Yugoslavia. En la ciudad croata, un talentoso equipo ofreció una fenomenal exhibición (ganó todos sus partidos y con una media de 22 puntos de diferencia) entre cánticos de "Yugoslavia, Yugoslavia".

Apenas dos años después eran historia en la edición de Roma-91. El esloveno Jure Zdovc no pudo jugar la semifinal y la final con el equipo que dirigía Dusan Ivkovic después de que el naciente gobierno de su país le prohibiera jugar en las filas del entonces ya enemigo.

Serbia vuelve al escaparate del deporte de alto nivel con el Eurobásquet del 2005, después de que resultara frustrado el intento de acoger en Belgrado el Mundial de Indianápolis 2002.