Resulta curioso y casi paradigmático que el ascenso coincidiese justamente con la celebración del primer Womad en la ciudad. Cáceres tomó al unísono como bandera a su equipo de baloncesto y al festival musical multiétnico como nuevos referentes a los que unir a sus tradicionales orgullos: la parte monumental, el eje Cánovas-Pintores y su Semana Santa.

Fue un momento de transformación en muchos sentidos: la llegada de los hipermercados, la expansión de barriadas como La Mejostilla, Los Castellanos o Nuevo Cáceres... El cacereño se sacudió su tradicional victimismo y en unos meses acumuló sensaciones nuevas: desde ver a uno de los suyos, el arquero Juan Carlos Holgado, ganar el oro olímpico, a acoger a 30.000 personas en el concierto de Dire Straits. Además, ascendieron la AD Extremadura a División de Honor de fútbol sala y la AD Cáceres a la de voleibol, así como el Cacereño a Segunda B.