Siempre estamos de broma. Yo me meto mucho con él y él también conmigo porque me cabreo mucho, soy a veces muy vinagre». Cristofer Medina,’ Cristo’ (Pueblonuevo del Guadiana, 15 de enero de 1988) habla así de su relación con su compañero y amigo Juan Ramón Ruano (Usagre, 29 de noviembre de 1983). Entre los dos suman la friolera de nueve ascensos a Segunda B, uno de ellos justos, con el Extremadura hace justo cuatro años. Y ambos tienen una fijación: alcanzar once éxtasis deportivos con el Villanovense el próximo 25 de julio en el estadio Romano de Mérida.

«Entonces tendremos que meter dos goles, porque yo también haré uno». Ruano trivializa, aun con aviesas intenciones, con su amigo a la hora de hablar del subir de categoría y añadir una nueva gesta en sus carreras. «A mí me da igual a estas alturas», dice ya formalmente Cristo cuando hablan de protagonismo en acciones puntuales. Él lo ha vivido todo en cuanto a estadísticas en positivo. Nadie le tose ahí. «Yo espero conseguirlo otra vez», reitera casi tanto como cuando, año a año, consigue subir en bucle.

Y es que el historial del ‘Ratoncito’ está jalonado de apoteósicos finales felices: Cerro de Reyes, Sporting Villanueva, Burgos, Extremadura, Unionistas de Salamanca y Mérida, éste en dos ocasiones. Precisamente los romanos cedieron al media punta al Villanovense en invierno, pero aún le resta un año más de contrato, que no descarta cumplir como serón pero que tampoco puede asegurarlo: «a ver qué pasa; volveré al Mérida este verano y ya se decidirá qué ocurre», dice enigmáticamente. Lo que sí tiene claro es que Cristo quiere jugar en Segunda División B.

Ruano va camino de los 20 años como profesional del fútbol, pero parece un juvenil en cuanto a espíritu aun teniendo a cuatro meses vista los 37 años. «A mí me encanta lo mío. Por la mañana no me hace falta ni el despertador. Quiero levantarme pronto porque me gusta muchísimo entrenar», subraya. Cristo también es un enamorado de su profesión y así lo apunta con su amigo, a quien vio clave, como con José Ángel o Pajuelo, para decantarse por el Villanovense en el mercado de invierno, cuando llegaron ambos con el resultado que todos celebran ahora: el cambio de rumbo, la vuelta continuada al triunfo y el liderato tras vencer a sus más directos rivales, Cacereño y Coria, fuera de casa. Nadie duda que ambos han sido capitales en la reacción.

«A mí lo que me importa es el entrenamiento de mañana, no la final. Primero tendremos que prepararnos, después ganar o empatar en las semifinales al Extremadura B, que será muy difícil, y después la final», recuerda Ruano o ‘Rúa’, como se le conoce, un tipo que reconoce también que el trabajo con el entrenador, Javier Álvarez de los Mozos, ha podido ser fundamental. «A mi me gusta mucho y sabe sacarte el máximo partido». Y en este sentido le compara con Juan Marrero, su extécnico en Arroyo o Almendralejo, «que siempre sacaba lo mejor de mí».

En similares términos se pronuncia Cristo, un futbolista con el ADN tocado por la varita mágica de los dioses del éxito en los finales de temporada. «Esa es la idea, conseguirlo otra vez si Dios quiere. Ruano me ayudó al llegar y ahora estamos los dos concentrados en lo mismo. A ver si puede ser», agrega.

El de Usagre y el de Pueblonuevo ya subieron hace cuaro temporadas con el Extremadura. «Vamos a ver si lo volvemos a hacer», comentan convencidos. El año siguiente Ruano lo logró con el Badajoz «Voy a por el tercero. Desde que soy profesional, siempre que he jugado en Tercera lo he conseguido», dice el extremo. En ambos casos fue decisivo: una asistencia a Willy en los azulgranas y un golazo de falta en Calahorrra llevaron su sello. Lo de Cristo, mientras, es puro escándalo estadístico.

En los dos casos esperan, en efecto, reverdecer laureles, pero apelan a la concentración para no tener sorpresas desagradables. «El Extremadura B juega muy bien al fútbol y será complicadísimo», avisa Ruano. La voz de la experiencia, como la de Cristo, su socio, su alter ego.