A Sergio Martínez del Amo (Cáceres, 26 de julio de 1956) le ha llegado a enfadar no salir al campo a ayudar con su juego a su equipo, el CAR Cáceres de División de Honor B de rugby. Con 60 años, es un caso espectacular de longevidad como deportista de nivel, difícil de explicar para todos menos para él. «Yo me encuentro muy bien, y seguiré hasta que el cuerpo aguante», dice gráficamente. El pasado fin de semana jugó nueve minutos en El Cuartillo en la victoria del equipo de Martín Rojo ante el Portuense. Al término del choque fue manteado por todos en un homenaje. Pura historia.

‘Sergiño’, como le llaman cariñosamente sus compañeros, es alguien muy especial. Tanto que, junto al presidente del club, Germán García, es el único que continúa en la entidad desde su fundación en el 1981, dato en absoluto baladí. Ya no es un habitual en el primer equipo, pero sí en el segundo. «Lo juega todo», dice el propio García. Además, es árbitro de un deporte «que me da la vida. Tengo el rugby entre ceja y ceja», añade.

Electricista de profesión, lleva varios años en el paro, circunstancia que en absoluto le ha agradado, «y más en alguien tan inquieto como yo». En unos meses, cuenta, «voy a jubilarme». No tiene estrecheces económicas porque él apenas gasta, pese a que apenas pase de los 400 euros mensuales. Soltero y sin hijos, el deporte es su única pasión. «En lo que más gasto es en botas», revela, «pero las cuido mucho, no las dejo llenas de barro por ahí tiradas como hace la mayoría».

Dicharachero, entusiasta, feliz de la vida, reconoce que a veces le dicen: “retírate ya, hombre”. Y él les responde siempre: «espérate, que aún me queda cuerda para rato”. En su equipo de veteranos, el que le sigue es Pepe Vega, «que tendrá 46 o 48», calcula.

En lo único que ha perdido es en velocidad. «Antes me llamaban la viborilla, por lo mucho que corría y lo bien que hacía las curvas. Ahora, lógico, me tengo que regular más porque me puedo romper». Apenas ha tenido lesiones y disfruta, como todos, del tercer tiempo, propio de este deporte, «tomando unas cervecillas y lo que haga falta». Últimamente, para esta liturgia tan particular y casi esencial en este deporte se lleva «un par de bocadillos» porque él es el primero que llega al campo, ya que es el encargado de preparar El Cuartillo, incluidas líneas, «y el último que me voy».

De todo / Germán García tiene la misma edad que Sergio Márquez. Ambos tienen a gala ser los únicos ‘supervivientes’ del nacimiento del CAR Cáceres, en el ya lejano 1981, «cuando nos desvinculamos del Cacereño Atlético». «Éramos 20 o 25», recuerda Germán, que también rememora la figura del malogrado Fernando Sánchez Pascua, otro histórico del rugby local, referencia del extremeño con un primer equipo que este año aspira al ascenso a la superélite y que tiene una cantera prolífica y de futuro.

«Sergio ha hecho de todo, y de hecho es el que pinta el campo y arregla lo que haya que arreglar para preparar todo y que no haya problema alguno. Jugamos juntos y, cuando fui su entrenador, como pasa ahora, se cabreaba cuando no salía al campo. Es increíble», añade Germán García. «El próximo fin de semana vamos a Almería y él estará. Hay partidos de fuera que hay gente que no puede, pero él nunca falla», aduce García, con una indisimulada devoción por su amigo.

«Pesa lo mismo que casi siempre. Siempre jugó ala, pero ahora se mete si hace falta de talonador, con todos los ‘gordos’», cuenta gráficamente el presidente del histórico club extremeño, que le calcula 60 kilos. En realidad son 68, informa Martínez.

Hace muchísimos años, «con 13 o 14», se inició en este deporte «porque mi amigo Diego ‘Retales’ jugaba al rugby. Yo entonces hacía un poco de atletismo y otros deportes. Desde aquello, no he parado. Si acaso por alguna lesión, que nunca ha sido grave. Algún tabique nasal desviado y un par de esguinces», apunta.

¿Por qué se mantiene aún a nivel competitivo? El secreto es evidente: «cuidarse, comer bien y no tomar alcohol y regularse mucho». También, por supuesto, un par de horas de gimnasio.