Javier Piles lo tiene claro. Lo ha vivido demasiadas veces. El entrenador de David Ferrer está acostumbrado a los días de la marmota después de jugar contra Rafael Nadal. Ayer, a la salida del entrenamiento que hicieron en la pista número 9, se le acercó una aficionada preguntándole quién iba a ganar la final, y Javier fue contundente. "Ganará Nadal, él es el favorito", dijo sonriendo. No se ocultaba, aunque le duele reconocerlo.

Lo dice y lo sabe su pupilo, aunque sueña con que no se cumpla el vaticino. "Nos enfrentamos a un rival que tiene un nivel galáctico. David va a tener que subir dos ochomiles. Las opciones de David pasan por estar al 100%, ser agresivo y presionar a Rafa. Debemos evitar seguirle la estela si queremos entrar en el partido y lucharlo", argumenta, sentado en uno de los bancos de madera a la entrada de la pista central.

Cuestión de confianza

La motivación con la que Ferrer asuma la final será fundamental. El tenista ha llegado por primera vez a una final de Grand Slam después de luchar mucho tiempo. Ferrer nunca ha desfallecido. "Al contrario --explica su técnico--. Precisamente el hecho de no haber alcanzado grandes éxitos le ha ayudado a mantenerse y a afrontarlo como un reto. Así ha llegado a esta final o a la del Master, el año pasado ganó su primer Masters 1.000 en París y en este llegó a la final del de Miami", recalca Piles, valorando a un jugador al que conoce desde pequeño, a quien ha ayudado a llegar hasta lo que es y en quien confía más que el propio David. "Le falta levantar grandes copas, títulos importantes, que son lo que molan. Ha madurado y ha ganado experiencia con la veteranía. Hasta ahora, por motivos más mentales que técnicos, no ha levantado cosas importantes y es el primero en saberlo".

Piles admite que Ferrer se ha cruzado con grandes jugadores, como Federer, Nadal y Djokovic, pero cree que por su juego merecería estar a un nivel de títulos similar al del mismísimo Andy Murray. "¿Por qué no?", dice convencido.

Piles confía que en la final de hoy Ferrer "no sufra el síndrome del finalista". El técnico sabe que se enfrentan al heptacampeón del torneo, a un jugador casi imbatible en tierra, pero recalca que tanto físicamente como por tenis Ferrer está capacitado para jugar el partido.