El belga Greg Van Avermaet atrapó junto a la playa de Copacabana una medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro tan afortunada como merecida, ya que fue uno de los ciclistas más brillantes en la parte decisiva de una prueba de 237 kilómetros durísima y en la que le acompañaron en el podio el danés Jacob Fuglsang y el polaco Rafal Majka.

A Van Avermaet, y también a Fuglsang, le benefició una caída a 12 kilómetros de la meta del italiano Vincenzo Nibali y el colombiano Sergio Henao, acompañantes de Majka en el trío cabecero que iba camino de repartirse las medallas.

Pero quizás no se habrían caído ambos corredores --Majka se salvó por los pelos-- en la peligrosa bajada de Vista Chinesa si por detrás Van Avermaet no les hubiese presionado tirando como un poseso de un grupo perseguidor en el que también iba Joaquim 'Purito' Rodríguez y en el belga asumió la responsabilidad por su condición de hombre más rápido.

Purito, en la que quizás sea su última carrera, trató de salvar la decepción española y acabó quinto superado por Julien Alaphilippe en el esprint del grupo perseguidor de los tres primeros. Un puesto de finalista sabe a poco a una selección que aspiraba al oro y tenía en Alejandro Valverde al principal favorito.

Pero al corredor murciano no le funcionaron las piernas, no tuvo reparo en reconocerlo, e intentó reciclarse en un gregario para Purito, al final sin demasiado éxito. En la escuadra de Javier Mínguez destacó especialmente Jonathan Castroviejo, que se vació durante 180 kilómetros para que sus líderes aprovecharan una oportunidad que al final no acabó de plasmarse.

EXPERIMENTADO Van Avermaet (Lokeren, 1985) dio un recital en los últimos 20 kilómetros, solo comparable al de Nibali, que apuntaba a oro pero que acabó por los suelos.

En un gran movimiento táctico, en la segunda bajada a Vista Chinesa, a 22 kilómetros de la meta, Nibali se vio en un grupo de doce corredores, con dos compatriotas y sin españoles ni el otro gran candidato al triunfo, el británico Chris Froome.

El italiano fue seleccionando el grupo con diversos ataques, el que parecía decisivo después de que Purito los alcanzase en la subida al Alto de Canoas, la exigente primera media subida a Vista Chinesa y casi otro puerto.

Pero al italiano y a Henao, que fue como su sombra y que se había filtrado en una fuga de cinco a 71 kilómetros de la llegada cuyas consecuencias fueron nefastas para España, les abandonó la pericia y la suerte.

El belga mereció como nadie la victoria para abrillantar un palmarés meritorio pero no espectacular que contaba con dos victorias de etapa en el Tour de Francia, una en este 2016, un en la Vuelta a España y triunfos también en la Tirreno-Adriático y la París-Tours.