CACERES 2016: Ricardo Busciglio (5), Sam Jones (18), Grúber (8), Sanguino (19), Williams (21) --cinco inicial-- Kelvin Peña (12), Sidao Santana (3), Panadero (5), Aspe (-).

PLASENCIA GALCO: Mario Fernández (6), Enrique Suárez (8), Ignacio Fort (7), Jason Blair (13), Miguel Angel Conejero (5) --cinco inicial-- Zoller (4), Garrote (3), Rubén Ibeas (17), Gillespie (-), Dominick Martin (9).

MARCADOR POR CUARTOS: 21-19, 43-38 (descanso), 61-52, 91-72 (final).

ARBITROS: Palomo y Planells. Eliminado: Grúber (min. 37).

INCIDENCIAS: Buen ambiente.

Nada que objetar. Ni un pero. Ni la más mínima duda. El derbi fue para el Cáceres, tremendamente superior al Plasencia en el enfrentamiento regional de LEB Plata. La tripleta Sam Jones-Harper Williams-Juan Sanguino se bastó para incrustar un duro golpe al corazón del Plasencia, un equipo que hasta ayer había demostrado ser mucho mejor, certeza que sigue reflejando la clasificación.

Pero éste ya no es el Cáceres ramplón de la segunda parte de la era Pozuelo. Este grupo que se ha terminado de construir a su medida Manuel Piti Hurtado tiene otro espíritu, tiene mucho más baloncesto y parece que hasta más sangre en sus venas. Anoche disfrutó dando un baile antológico al Plasencia, que ha tenido una progresión negativa. Basar todo su argumento ofensivo en la calidad de Rubén Ibeas y en la solvencia de Jason Blair es ofrecer muy poco.

Pasó el Cáceres por encima de su hermano provincial a base de defensa, pero es que dio la impresión de que el Cáceres tenía más variantes en ataque. Ni siquiera necesitó de verdad a sus tiradores, Peña y Panadero, para desembarazarse de un rival excesivamente dubitativo.

El comienzo señaló la tendencia, con dos sorpresas en el inicio, con la inclusión de Busciglio en los locales por las molestias de Peña y el cacereño Conejero en los visitantes en una decisión que connotaciones motivantes por parte de Juan Pablo Márquez. El Cáceres se puso 8-3 gracias a un sublime Sanguino, pero el arreón inicial lo equilibró Ibeas cuando salió a pista. El Cáceres se cargaba de faltas, pero daba toda la impresión de que controlaba el partido.

No era así. La mano que Ibeas sacó a pasear y la ayuda interior de Martin y Blair invirtieron el encuentro (30-36, min. 25), pero coincidió que el 6 placentino se sentó con la reacción fulminante de los locales, que acumularon un parcial de 11-0 para situarse al descanso con 43-38, liderado por la inteligencia de Jones, las prestaciones de Sanguino y los largos brazos y la solvencia de Williams.

En poco tiempo se pudo ver que el Cáceres ofrecía más que el Plasencia. La salida de vestuarios ofertó al mejor Williams con sus ganchitos marca de la casa que tanto juego dieron en la ACB y ni siquiera la cuarta de Grúber atisbó nada que no fuera a favor de los locales. El festival,aderezadopor el trabajo ingente deBusciglio y las pinceladas dePeña y Panadero,estaba servido.

ENTREGADOS / El Plasencia estabamuerto,agotado física y mentalmente.Su oponente le asfixiabacuando atacaba y le rompía aldefender. El duelo era,en contrade cualquier pronóstico,demasiadodesigual como para sercierto. Pero lo era. Grúber saliópara anotar un triple y sentarse,Fernandes y Garrote se acomplejaronante el dinamismo de Busciglioy la autoridad de Jones y elpartido se acabó antes de que elmás optimista aficionado delCáceres lo hubiera soñado.

El final fue el clásico epílogode impotencia del equipo inferiory de ganas inmensas de gustarsedel superior. El Plasenciahabía fracasado en su intento dedar un puñetazo en la mesa reivindicandosu supremacía baloncestística–al menos en estatemporada– y ahora tendrá queseguir luchando para lograr elhonorífico título,ya que si latendencia se alarga en el tiempopuede ocurrir de todo. Esa es laverdadera magia del deporte: sucarácter imprevisible.