Fue su madre, trabajadora en un hospital de Cáceres, la que dio la voz de alarma. Así que, antes incluso de que se decretase el cierre del CAR de Sant Cugat por un caso de covid-19, Alberto Ginés ya había emprendido el viaje de regreso a casa. El joven prodigio extremeño de la escalada en España, reclamo a sus 17 años de grandes marcas como La Sportiva o Black Diamond, lleva más de un mes en el hogar familiar. Desde ahí conversa sosegado sobre los efectos de la pandemia. Su debut olímpico no podrá darse en 2020, pero a cambio gana tiempo en su camino hacia los Juegos de Tokio.

-¿Cuánto tiempo hacía que no pasaba un mes seguido en casa?

-Creo que desde que me fui a Barcelona no había estado más de una semana, por Navidad. De hecho, ahora mismo tendríamos que estar en China, pero lo que toca es quedarse en casa entrenando con las cuatro cosas que tengo. La Fundación Jóvenes y Deporte de la Junta, en colaboración con gimnasios de Cáceres, me ha cedido material, pesas y demás, incluso una bici para poder prepararme un poco mejor, porque yo no tenía nada. Eso me ayuda bastante.

-¿Qué supone este parón?

-Cuando me vine a Cáceres faltaban una semana o dos para el Europeo, así que estábamos entrenando bastante duro. Esto supone un parón en seco. Me lo estoy tomando como si fuese una pretemporada. Estamos haciendo una buena base para ver si este año podemos competir en algún momento, aunque cada vez parece más complicado.

-¿Cómo lleva esta situación?

-Me cuesta. No suelo estar mucho tiempo en un sitio, salvo en Navidad, y normalmente no estoy casi ningún día parado. No puedo estar quieto. Soy tranquilo, pero me gusta moverme. Hay que adaptarse.

-¿Ya se sentía completamente adaptado a su vida en Barcelona?

-Sí. Lo estoy echando de menos. Mi vida allí es bastante diferente a la que tengo en Cáceres. Allí convivo con mis amigos, estamos todo el día juntos. Me gusta ir a entrenar y moverme por la ciudad. Se había convertido en mi rutina.

-¿Cómo fue su llegada al CAR?

--Yo soy bastante introvertido, me cuesta un poco relacionarme así de primeras. Además, no tenía ningún compañero de escalada allí y me costó un poco integrarme. No conocía a nadie. Por suerte, conocí a mi compañero de habitación en mis primeros días y él ha sido el que me ha ido presentando a más gente, sobre todo a los del grupo de atletismo, que son los que me han acogido. El paso de una ciudad pequeña, como Cáceres, a Barcelona es grande. Al principio me costó bastante pero ahora estoy bastante a gusto.

-¿Echa en falta algún otro deportista que practique escalada?

-Sí. Espero que pronto algún compañero se venga conmigo.

-Es el único escalador español que ha logrado la clasificación para los Juegos Olímpicos. ¿Qué opina sobre su aplazamiento?

-La decisión es la correcta. Todos teníamos ganas de competir este año, obviamente; pero no era viable hacer unos Juegos Olímpicos en esta situación. Ya no pensando solo en los deportistas y en las condiciones en las que íbamos a llegar después del confinamiento, sino también en el público. No creo que la gente fuese a poder ir. Creo que el aplazamiento es la mejor opción y, personalmente, acojo el aplazamiento bastante bien porque tengo más tiempo para prepararme y para coger experiencia, que creo que me hace falta. Me lo quiero tomar como algo positivo.

-Sobre el papel tiene 15 meses más para entrenar. ¿Estas semanas cuentan o son días perdidos?

-Necesito entrenar en pared, hacer ejercicios de reflejos y demás. El entrenamiento para la escalada es muy específico, así que tendré que esperar a que esta situación cambie para volver a prepararme. Ahora solo puedo entrenar para no perder la forma física.

-¿Cree que a la vuelta podrá contar con una estación de escalada en el CAR o tendrá que seguir yendo a rocódromos comerciales?

-Con esta situación, la construcción de la estación del CAR se ha tenido que parar. Después de esto, no sé cómo seguirá la cosa. De momento no tengo nada para entrenar en el CAR pero, en esta crisis, yo no soy lo fundamental. Sé que es un proyecto que está en mente, como el de construir rocódromos de velocidad en Barcelona, que también sería positivo para el futuro de la escalada en España.

-Usted estará pensando en montarse uno para no tener que subirse por la fachada de casa, ¿no?

-Eso fue solo para la foto (ríe). Lo he hablado con mis padres y si esto se alarga mucho sí que igual montamos algo, aunque en casa no tengo demasiado sitio.

-¿Teme perder su beca deportiva o que se vea recortada por esta situación?

-De momento todo sigue igual. Si me la tienen que cortar del todo o recortar en parte, lo voy a entender. Obviamente, mi beca me ayuda y la agradezco infinitamente, pero si me la tienen que quitar lo entenderé.