El tenis español se marchó ayer de Atenas con una estadística cumplida y una decepción de las gordas. Ha ganado siempre una medalla en cada edición de los Juegosdesde la reinstauración oficial de este deporte en Seúl-88 (ya lleva nueve), pero nunca ha logrado que sea de oro. Y ayer era el día. Probablemente más que nunca. Conchita Martínez y Virginia Ruano apuntaban al máximo en la final de dobles femeninos ante las chinas Li y Sun, una pareja habitual del circuito, pero a la que no conocían ni los grandes especialistas. Pues bien, Conchita y Vivi ya no olvidarán nunca a un par de jovencitas que les arrebataron el oro sin miramientos: 6-3 y 6-3 en una hora y 29 minutos. Ellas se colgaron una medalla de plata que a bote pronto les supo a muy poco. Un metal al que parece abonado el deporte español en Atenas.

Para Conchita, de 32 años, los Juegos eran una magnífica oportunidad de adornar a lo grande los últimos golpes de una carrera en la que brillaban otras dos medallas olímpicas y, sobre todo, el título de 1994 en Wimbledon. A Vivi, que cumplirá 31 años el mes que viene, le llegaba la ocasión del salto a la fama.

PRIMER JUEGO EN BLANCO Enfrente de las españolas había una pareja china que había dado una sorpresa tras otra en el torneo, pero que contaba con menor experiencia (Sun tiene 22 años y Li, 24) y palmarés (tres títulos de dobles el pasado año). En la final de ayer, las expertas y las favoritas parecieron siempre las orientales. No resultó para nada una buena señal que ya se apuntaran en blanco el primer juego o que rompieran el servicio de Ruano en el siguiente.

Pronto pudo verse que la iniciativa, que los mejores golpes y que la confianza eran de las chinas. "He sentido agobio y frustración. Ellas han jugado un huevo y han tenido suerte. Ha metido un paralelo con la cuerda rota que no se lo cree ni ella", decía Martínez dos horas después del partido, cuando aún le costaba, como a su compañera, controlar la enorme decepción.

Las españolas ni aprovecharon el servicio de Li, tan potente como desastroso. Hizo 8 de las 10 dobles faltas de la pareja, y es capaz de hacer un ace con el segundo servicio (igual de fuerte que el primero) y encadenar inmediatamente tres dobles faltas. Pero esa irregularidad no le afectó para no pensárselo dos veces con la volea o con sus palos desde el fondo de la pista, igual que Sun. El saque perdido por Martínez le dio a las chinas un 5-3 que no desaprovecharon en el siguiente juego con su primer match-ball .

Ruano intentaba sonreír para controlar que no se le escaparan más lágrimas. "Acabas de perder y no puedes estar contenta. Con el paso del tiempo estaremos muy orgullosas de esta medalla", remarcaba.