La cara sonríente de Alejandro Valverde, en la meta de Ax-3-Domaines era la mejor imagen. Lo había dado todo, y más. No había triunfado. ¿Pero quién podía hacerlo ayer si no iba vestido con el uniforme del Sky? Tercero, una gran posición, que nadie se engañe, magnífica, una de sus mejores actuaciones en un Tour que siempre le ha dado la espalda. "Y por delante de muchos otros".

Fácil adivinar por quién lo decía, porque las figuras españolas comparten nacionalidad pero no amistad. Y la cara de la satistacción hablaba inglés, la lengua que puso de moda un ciclista al que no se puede nombrar en unos años que ya no existen. Chris Froome ejerció de tirano.

MIRANDO ATRAS Su actuación fue comparable a la de figuras (incluida la del innombrable) que han inmortalizado esta carrera: Fausto Coppi, Louison Bobet, Eddy Merckx y Bernard Hinault, diestros en la montaña como lo es este británico, nacido en Kenia porque sus padres eran diplómaticos al servicio de la corona, que a los 28 años presentó ayer en Ax-3-Domaines una firme candidatura para ganar finalmente en París.

Froome no atacó de lejos, como hacían la mayoría de los astros citados, porque en el ciclismo contemporáneo los demarrajes letales los dan todos los corredores estrellas, menos uno, a falta de pocos kilómetros. Froome sacó el mazo de la tiranía cuando solo quedaban 5.000 metros de ascensión, para someter a todos. A todos menos a dos, que, aun estando bien, subían muy rápidos pero no tanto como él: su sorprendente compañero Richie Porte (vencedor de la París-Niza) y Valverde. El resto, con Alberto Contador y Purito Rodríguez, sin olvidar a Cadel Evans y Andy Schleck, sufría bajando la cabeza, subiendo piñones, perdiendo el partido. "Nos ha sacado los ojos", palabra de Purito. Froome ya pudo ganar el Tour hace un año. En el 2012 tuvo la infinita desgracia de compartir equipo con Bradley Wiggins en una ronda francesa capada en los ascensos en la que debió poner el freno de mano. En la última etapa pirenaica, la que ganó Valverde, Froome dejó descolgado a Wiggo y desde el coche del Sky recibió una orden, más militar que deportiva. Debía frenar. Por la noche la bronca fue monumental.