El Tour 2019 no ha sido el de los españoles, a pesar de que Mikel Landa haya finalizado en sexta posición y el Movistar se haya apuntado la victoria por equipos. Ningún español ha ganado etapas y, además, ha dado la sensación de que el desconcierto ha acompañado al único conjunto español que ha corrido la carrera. Así ocurrió en algunas etapas, sobre todo en la del Tourmalet y en la de Val Thorens pero, incluso, en la del Galibier ganada por Nairo Quintana más bien fruto de la rebeldía del corredor colombiano y de la improvisación porque su victoria no era el plan establecido.

Si hay que buscar a un ciclista español para designarlo como el gran estandarte de este Tour; sin duda, y sin margen de error, es Alejandro Valverde. A los 39 años ha finalizado entre los 10 primeros, siempre ha estado presente en los instantes calientes de la prueba y hasta podía haber ganado la etapa de Val Thorens, donde fue segundo por detrás de Nibali, si la táctica del Movistar hubiese funcionado un poco, solo un poco mejor.

Landa vino a ganar el Tour pero nunca estuvo en disposición real de pelear por el jersey amarillo. Le faltó un poco más de inspiración en la montaña, quizá por los esfuerzos del Giro, aunque tuvo la mala pata de ser derribado por Barguil antes del primer día de descanso, en Albi, y allí se empezó a esfumar el sueño.

Capítulo aparte merece Enric Mas. Demostró que con 24 años tiene capacidad para pelear, posiblemente con Bernal, por un triunfo en el Tour. Mucho mejor que el ciclista colombiano en la contrarreloj, Mas evidenció lo que tantas veces ha desconcertado a un ciclista de calidad. Cuando la salud traiciona al cuerpo, cuando se esfuman las fuerzas sin saber por qué, no hay nada que hacer. Y mucho menos en el Tour. Al menos se recuperó en los Alpes para convertirse en una esperanza de futuro.