Con Juan Carlos Antúnez (Badajoz, 1983) son ya tres los componentes del selecto club de los entrenadores extremeños en lograr más de un ascenso a la máxima categoría de sus deportes con clubs de la tierra. El técnico del Santa Teresa de fútbol femenino está feliz por el dato, una estadística en absoluto baladí que está en su hoja de servicios con la confirmación oficiosa (hoy lo será oficial vía federativa).

Juan Carlos Antúnez, levantado por sus futbolistas en el primer gran éxito con el Santa Teresa

Con él, Jacinto Carbajal (Cáceres, 1980) dos veces en el Al-Qázeres de baloncesto (amén de otra fuera de la región, la más reciente) y Adolfo Gómez (Cáceres, 1959), éste en cuatro ocasiones distintas y en tres clubs diferentes: Licenciados Reunidos, AD Cáceres y Arroyo de voleibol. Todo ello, con un denominador común: excepto en este último caso, aunque también las contiene, todas sus gestas han sido al frente de equipos femeninos.

Jacinto Carbajal, manteado por sus jugadoras cuando subió con el Al-Qázeres en Logroño.

En todos también ha sido la humildad el origen siquiera de los propios clubs. «La primera vez que subimos fue en la temporada 2013-14. Habíamos creado el club en el 2010 con Pablo Ritoré y Carlos Flores. El colegio no tenía equipo femenino y ahí estuvimos para que surgiera la idea de hacerlo. Claro que no esperábamos aquello. De entonces solamente quedamos el delegado, Roberto Gil, y yo», relata con orgullo Antúnez, que recuerda que Estefa, su incombustible estrella, se incorporó en 2011.

«Ha sido más difícil este ascenso que el de 2014», resalta. «En el anterior tuvimos un poco de suerte en los cruces, ante equipos más asequibles», asume. «En este ha sido más complicado y, aunque no se haya podido terminar, está claro que lo hemos merecido porque hemos sido los mejores en todo», comenta.

La celebración no ha sido especialmente efusiva: «tomé un vinito por videollamada con el directivo Mario García», desvela.

Jacinto Carbajal, que el último ascenso a la Liga Femenina lo logró en Logroño hace dos temporadas, consiguió los anteriores en el propio Logroño (2013-2014) y en casa, en la temporada 2015-2016. Dice el técnico que fue «muy especial) el primero por ser eso, la primera vez», pero que lo realmente complicado fue el logrado en casa, dos años después. «Perdimos el primer partido, ante el Sant Adriá, que era teóricamente el más asequible. Esa noche no dormí y tuve dudas, pero después ganamos fácilmente a Rivas y Clarinos y lo pudimos conseguir después», cuenta Carbajal, que el último gran éxito lo consiguió al frente del Campus Promete de Logroño. ¿Especialista en subir el último escalón? Por números, evidentemente sí.

EN DOS SIGLOS / El caso de Adolfo Gómez, ‘Tate’, es más prolijo y ha acontecido en dos siglos diferentes. Ascendió a la élite como entrenador-jugador en el Licenciados en la temporada 84-85, después en la 91-92 con el AD Cáceres a la entonces Acevol y, finalmente, en el Extremadura Arroyo ha logrado la gloria deportiva en las 2012-2013 y en la 2018-2019, en este último caso sin concretar por imposibilidad económica.

Adolfo Gómez, con su primer ascenso en Arroyo en el año 2013.

De todos ellos se queda con el primer gran triunfo con el Arroyo. «Fue en nuestro pabellón, con nuestra gente, y ante un equipo, el Vall de Hebrón, con un 3-0 y en su único partido perdido».

¿Reconocimiento? Todos ellos se sienten valorados, con sus matices. Antúnez renovará por dos años («no firmamos en febrero porque surgió lo del virus», dice), Carbajal dice que sí cree reconocido, «aunque no sea lo mismo que lo ocurrió con Martín Fariñas con la de la ACB, pero es normal por lo de ser deporte femenino») y Gómez cree que «veo que siempre han creído en mí, aunque yo haya estado ahí siempre», dice con indisimulado orgullo.

Es el trío de oro de los banquillos extremeños, todos surgidos desde la modestia de sus proyectos. Preguntados, hay coincidencia: «No, no lo esperaba, por supuesto», dicen, casi literalmente y por separado, los tres. La magia del deporte, aquella que, cuando menos te lo esperas, te traslada al cielo. La misma que, también, conduce al infierno cuando los resultados no acompañan. Pero esa es otra historia.