Eran las cuatro de la tarde cuando el ´Chinarro´, uno de los bares del pueblo, lo tenía todo preparado. Barcarrota empezaba a movilizarse y a apreciar cierto cosquilleo. El bar comenzaba a llenarse de fieles al ciclismo, expectantes, con ganas de saber el desenlace de una carrera en la que uno de los suyos estaba llamado a ser el máximo protagonista. Detrás de la pantalla se encontraba Contador, un ciclista con raíces extremeñas que desde ayer puede presumir de haber conseguido uno de los mayores logros en la historia del deporte español y estar un peldaño más cerca del cielo.

Los aficionados estuvieron al pie del cañón, buscando el mejor sitio frente al televisor. "No, yo me pongo aquí, para eso he llegado antes", "sí, pero yo le he dicho a Javi que me lo guardara", "pues ponte tú aquí que yo me pongo alli"...

Durante la carrera, todos comían, bebían, hacían comentarios: "Todavía lo adelantan", "queda poco tiempo de carrera y sabemos que va el primero, pero no podemos confiarnos", "la diferencia de tiempo entre uno y otro no es tanta"... El legendario pesimismo español saltaba a escena. A partir de aquí la tensión estaba por las nubes. Nadie apartaba la mirada de la televisión (bueno sólo cuando tenían que darle un trago a la copa por la angustia y la incertidumbre) y casi no quedaba tiempo para dar por finalizada esta etapa.

Durante los descansos publicitarios, muchos se ofrecían para hacer algún comentario de Contador, alusiones de cuando todavía no era una estrella mediática. "Yo me acuerdo cuando nuestro paisano estaba convaleciente unos días antes de la Vuelta Ciclista a España. Estaba en Barcarrota recuperándose. Se quedaba en casa de su abuela, siempre coincidíamos en el campo de fútbol. Los dos dábamos un paseo alrededor del campo. Me decía que se sentía orgulloso de tener raíces barcarroteñas", nos contaban.

De la incertidumbre se pasó a la euforía. Sonrísas, aplausos, abrazos... La gente se echó a la calle. "Al tener raíces extremeñas, ha demostrado ser un conquistador", decía un barcarroteño. La gente asentía y disfrutaba del éxito.