En su día fue un referente para Cáceres mirarse en el espejo de Vitoria. Lo fue con el baloncesto, cuando el club de la ACB de distintas denominaciones ya figuraba como un ‘grande’ del basket nacional. Apoyado por Tau Cerámica, Caja Álava o por la propia diputación foral, el equipo de la capital alavesa discutía y sigue discutiendo el dominio ancestral de Madrid y Barcelona. Pura lógica cuando se invierte en deporte del bueno.

Pero este fin de semana hemos asistido a la ‘resurrección’ del Nissan Al-Qázeres (Liga Femenina Dia) y el Cáceres Patrimonio (LEB Oro) en Vitoria en una pirueta del destino tan monumental como la ciudad extremeña. En Mendizorroza han ‘sobrevivido’ ambos clubs en apenas unas horas, el primero después de mes y medio sin ganar y metiéndose en la pomada de jugar por el título y el segundo para tener opciones de continuar en la segunda categoría.

El Al-Qázeres remontó al Araski y, tras prórroga, consiguió el triunfo por 71-73 tras sobresaliente ejercicio de fe. Parecía que todo iba a terminar de manera triste esta temporada, entre otras razones por las lesiones de jugadoras clave y otras cuestiones internas, pero al final se ha prolongado la ilusión. Veremos a ver qué pasa el próximo fin de semana, pero al menos ahí se está, peleando hasta el final.

Mientras, peor lo tenía el Cáceres porque si caía en pista del Araberri la sentencia de descenso era palmaria y solo a expensas del calendario para consumarse. Sin embargo, pese a un mal inicio, el equipo de Roberto Blanco terminó venciendo por 67-68. Agónico, sí, pero válido. Ahí se sigue, aunque el club extremeño de la LEB Oro sigue teniéndolo muy difícil.

Para victoria, ésta no en Vitoria sino en Sant Cugat, la de Houssame Benabbou, la plata de Tere Urbina y el bronce de Tania Carretero en el nacional de medio maratón. Bravo.