No tenéis la sensación que dentro de una misma vida es como si viviéramos muchas diferentes? Me atrevería a decir que son varias las que hay dentro de una misma. Hay momentos en los que todo fluye, sientes que estás en una película donde eres el protagonista y todo te sale bien. Por lo contrario hay otras en las que te pareces a ese personaje que no da pie con bola, lo estás viendo y dices: «¿en serio? ¡Pero si lo van a pillar! Qué mala suerte tiene…».

Llevándolo al ámbito deportivo, podría decirse que es más de lo mismo, pero en este caso la frecuencia es mucho más corta. Lo podríamos reducir hasta dentro de una propia temporada: hay momentos «muy top» y otros en los que ves que no nos sale nada, y podríamos perder hasta con un equipo de cadetes… La idea es intentar mantener las sensaciones dentro de unos márgenes, tratando de que la mentalidad del equipo y los jugadores sea lo más constante y regular posible. Ricky Rubio puso de moda este verano durante el campeonato del mundo una frase que dice «…never too high, never too low…». Nunca demasiado alto, nunca demasiado bajo.

A nosotros la temporada pasada nos tocó vivir una montaña rusa de sensaciones. Yo decía que no podía ser: a nivel personal estaba siendo la mejor de mi vida, con el nacimiento de mi hija y en la que me iba a casar, pero estaba conviviendo con el polo opuesto, con todo lo contrario. Estábamos sufriendo muchísimo.

Como no entendía eso, no era capaz de canalizar de la manera correcta mis emociones y en pro de ayudar al equipo en la situación difícil que estábamos atravesando, decidí dar un paso al frente para contratar los servicios de Silvia, mi psicóloga. Nunca había sido reacio a este tipo de situaciones, pero sí es verdad que había cierto tabú y como que a la gente y los deportistas se les daba como reparo hablar de ello.

Me ayudó muchísimo, sobre todo a centrarme y no gastar energía en situaciones que no estaban en mis manos, que realmente no dependían de mí y que por mucho énfasis que le pusiera, probablemente no cambiarían. A veces suena duro, pero es más fácil de lo que parece: simplemente debes conseguir sentirte realizado encontrando pequeños detalles que hagan que puedas sumar el siguiente paso, y esos detalles no siempre son tangibles. La mayoría de veces se basa en actitudes y diálogos internos que mantenemos con nosotros mismos.

Este es un pequeño resumen de todo lo que estuvimos trabajando. Me mandó incluso dinámicas de grupo que fui aplicando con los compañeros. A veces se reían de mí, en plan «venga, capi, déjate de tonterías…», pero nos echamos unas buenas risas volviendo a lo más básico. Creo que al final funcionó y sobre todo hizo que estuviéramos más unidos aún frente a los momentos duros que estaban por venir y tendríamos que superar.

¿Os habéis parado a pensar cómo os habláis a vosotros mismos internamente? Os recomiendo que os detengáis por un segundo, y penséis en como es vuestro diálogo interno en diferentes situaciones… ¿Te gustaría que alguien te hablara de esa manera?

#YoMeQuedoEnCasa.