Implacable, cruel, el cáncer ha vuelto a golpear a Tito Vilanova y esta vez, la tercera en dos años, le obligará a dejar de lado a lo que con tanta ilusión se había aferrado hasta ayer. El Barça, anunció por boca del presidente Sandro Rosell, que Tito deja de ser el entrenador ante la necesidad de someterse a un nuevo tratamiento. No hubo más detalles bajo el respetuoso deseo de mantener la privacidad de quien se enfrenta a una nueva etapa de esta larga batalla. El club anunciará al sustituto principios de la próxima semana. A diferencia de lo que ocurrió esta temporada con la presencia temporal de Roura y pese al reciente fichaje de Rubi, ahora el elegido será un entrenador de fuera.

Ayer, a las ocho y media de la tarde, Rosell y Zubizarreta se sentaron en la misma sala, con gesto serio y una enorme tensión contenida. En las primeras filas, estaban los jugadores y todos los miembros del cuerpo técnico. Solo faltaba Tito. Todos hubieran deseado estar entrenando como estaba previsto. Pero evidentemente la sesión se suspendió.

Nada que ver con la situación que se vivió en el entrenamiento de la mañana. Era un día más. Eso parecía, con Tito charlando con Roura y dirigiendo al equipo con normalidad, risas, buen ambiente... Después, todo se derrumbó. Tito recibió los resultados de las pruebas de control que se había hecho hace unos días. Y algo cambió para mal. A partir de ese momento, todo se precipitó.

Solo habló Rosell, que prefirió leer un comunicado para ser escrupuloso en medio de tantas emociones. Apenas duró tres minutos, que los jugadores siguieron en un tremendo silencio, compungidos, destrozados por este nuevo golpe.

La elección del nuevo técnico choca ahora con el inconveniente de que algunos de los candidatos ya están comprometidos.