Nadie está tranquilo. Ni Valverde, que ha apabullado en la Liga dejando al Madrid a 17 y 19 puntos en dos años (solo ha perdido cuatro partidos), ni siquiera Zidane, a quien el crédito de tres Champions consecutivas, se le apaga tras dos meses caóticos. El volcán de los banquillos no tiene fin. Hasta 18 relevos de entrenadores se han vivido en esta tumultuosa Liga con Madrid (Lopetegui-Solari-Zidane) y Celta (Mohamed-Cardoso-Escribá) al frente, como el Villarreal (Calleja-Luis García-Calleja).

Pasa en España. Y en Italia, donde a Allegri de nada le ha servido el scudetto con la Juve (cinco seguidos). Y en Francia, que discute a Tuchel porque su PSG solo domina en el hexágono sin dejar de estrellarse en Europa, mientras Mbappé amenaza con irse y Neymar se arrepiente, aunque no lo diga, de su marcha del Camp Nou.

Simeone, la excepción

Nadie está tranquilo en un oficio donde Simeone (casi ocho años siendo la bandera del Atlético) es una verdadera excepción junto a la fiabilidad de Mendilibar en el Eibar, que cruza los dedos para que acepte la renovación e inicie su quinta temporada consecutiva. Hasta Bordalás, que ha completado tres años de ensueño en el Getafe, se plantea irse antes de que el fútbol pueda truncar tan bella obra. El fútbol se ha modernizado de tal manera que la paciencia se ha convertido en una virtud en desuso.

Resulta antiguo y hasta anacrónico ser paciente, por mucho que haya proyectos que la premien. Marcelino, finalista de la Copa contra el Barça el próximo sábado y cuarto en la Liga con derecho a jugar la Champions, debía estar en su casa desde hace meses. Pero el Valencia lo mantuvo con una coherencia insólita y la recompensa le llegó finalmente. ¿Qué decir de Rubi? Ensalzado por un arranque maravilloso en la Liga tuvo después un bache que amenazó con llevárselo por delante. Pocos pericos alzaron entonces la voz en su defensa. Ahora, en cambio, es venerado, y con toda la razón del mundo, por guiar al Espanyol a la puerta de Europa tras una larga travesía que ha durado 12 años. Lo mismo ocurrió con Sergio González en el Valladolid, al que ha salvado.

Todo es tan volátil que ni el éxito te garantiza estabilidad. ¡Qué se lo pregunten a Valverde! Manda en la Liga con autoridad de hierro, da estabilidad y buen rollo al vestuario gracias a su excelente química con Messi y, sin embargo, dos tropiezos consecutivos en Europa (Roma y Liverpool) le tienen bajo sospecha, pendiente ahora de la final de Copa, a pesar de que Bartomeu lo arropa públicamente.

Zidane se fue porque veía venir la crisis. Y ha vuelto sin tener recursos para detenerla en una caída sin fin del Madrid, que ha consumido en el camino a dos técnicos: Lopetegui y Solari, un interino que ha sido el que mejor rendimiento ha dado. En el Atlético, da igual que se vaya Griezmann porque mientras siga Simeone nadie sufre. Es el único equipo donde el entrenador es más importante que el club.

Asier Garitano, al Alavés

A partir de ahí, el cambio por rutina. En el Sevilla creían en la modernidad de Machín y acabaron en la tradición de Caparrós para ponerse, otra vez, en manos del redentor Monchi. Hay casos de entrenadores, como el de Quique Setién, que son expulsados por su propia gente. El beticismo no lo quiso de verdad ganando. Menos lo quiere aún cuando pierde. Athletic (Gaizka Garitano por Berizzo) y Real Sociedad (Imanol Alguacil por Asier Garitano) coincidieron en el análisis (error inicial) y en la solución: los elegidos para tapar la crisis siguen ahora. El Villarreal duda si debe apostar por Calleja, a quien despidieron y reclutaron, mientras el Celta consumió tres técnicos, pero se salvó. El Levante mantiene el oficio de Paco López, mientras el Girona es el único de los tres que bajaron que no cambió. La paciencia con Eusebio no dio resultado. Jemez suplió a Michel en el Rayo y Francisco sustituyó a Leo Franco en el Huesca. Y hasta Pitu Abelardo, escaldado por su experiencia con el Sporting, deja Vitoria por voluntad propia. Llega, curiosamente, Asier Garitano, que salió mal de Anoeta. En Butarque seguirá Pellegrino. Pocos pueden esquivar la lava de este volcán.