Con las críticas y suspicacias en torno a Bale como único punto oscuro en el mejor momento de la temporada, el Madrid recibe en el Bernabéu al París Saint-Germain (21.00 horas) con Zidane a medio camino entre la distensión que conlleva el éxito y la cautela ante un futuro incierto. «A Mbappé lo conozco desde hace tiempo, estuvo aquí haciendo una prueba... Yo ya estoy enamorado de él, primero como persona», llegó a reconocer el técnico entre dudas idiomáticas. «La exigencia va a ser superior a todos los partidos hasta ahora. Tenemos que estar todos preparados, yo el primero. La situación siempre puede cambiar otra vez», dijo en previsión de un partido difícil.

Vuelve la Champions al Bernabéu y lo hace con un partido grande, ante un eterno aspirante al título continental, con el deseado Mbappé y el reaparecido Neymar. «Creo que van a jugar los dos», repitió varias veces un Zidane que se esconde mucho menos con Mbappé que con cualquier otro futurible blanco.

A menos de un mes del Clásico en el Camp Nou, el partido es la prueba del algodón para un Madrid que ha encadenado, desde la derrota en Mallorca, seis partidos con un solo gol en contra y cinco victorias, la última remontando ante la Real Sociedad con una buena actuación coral pese al fallo inicial de Ramos.

En el partido de ida, el revolcón que se llevó Zidane (3-0) estuvo coleando durante muchas previas, pero dejó paso a un crecimiento irregular que se pone a prueba: «Lo que pasó, pasó. Hemos mejorado desde aquel partido y es una oportunidad para refrendar la dinámica que venimos mostrando en La Liga. Vamos a necesitar corazón, cabeza… pero sobre todo fútbol», analizó el entrenador blanco.

Además de un examen de nivel ante uno de los aspirantes en Europa, el partido es una trampa clasificatoria para un Madrid que no depende de sí mismo para aspirar a ser primero de grupo (el PSG tiene cinco puntos de ventaja) y se puede complicar la clasificación si no puntúa y el Brujas gana ante el Galatasaray.